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“En enfermería se ha incrementado de forma desproporcionada el síndrome del trabajador quemado”

José Manuel Simarro, especialista en control y prevención del estrés laboral, presenta en una jornada de expertos de Educa-Med el método de prevención consciente
José Manuel Simarro, especialista en control y prevención del estrés laboral.
José Manuel Simarro, especialista en control y prevención del estrés laboral.

¿Se puede hacer más para prevenir los riesgos laborales entre profesionales sanitarios? El especialista José Manuel Simarro piensa que sí y, como explica en esta entrevista con EDUCA-NEWS, la clave es incorporar la inteligencia emocional y la empatía y potenciar la comunicación y el cuidado recíproco de los trabajadores. Este será el tema central de la videoconferencia gratuita que ofrecerá próximamente dentro de las jornadas de expertos de Educa-Med.

¿Cuáles serán las líneas generales de su videoconferencia?

Se trata de dar a conocer el modelo de prevención consciente como una alternativa para la prevención de riesgos laborales con un planteamiento distinto al convencional, basado en la gestión emocional de las personas y en aspectos psicofisiológicos que están afectando a las enfermeras a todos los niveles. No basta con limitarse a lo que dice la ley en materia de riesgos laborales, sino que además hay que implementar un décimo principio de prevención, que sería en este caso la inteligencia emocional o la empatía, algo absolutamente necesario para el desarrollo de la actividad de las enfermeras y del personal sanitario.

¿En qué incide este sistema de prevención consciente y en qué se diferencia de los métodos más tradicionales?

Poniendo un ejemplo más allá de la enfermería, si durante 20 años hemos enseñado al trabajador de una fábrica cómo se maneja una carretilla, al tercer año se aburrirá de tener que volver a aprender una y otra vez lo mismo. Quizá lo que ese trabajador necesita es ser consciente del riesgo que sufre en su puesto laboral y saber que si por inercia está desarrollando su trabajo de manera apática, lo que puede suceder es que provoque un accidente que le cause daños físicos a él y a sus compañeros. Da por hecho que le han enseñado a manejar la carretilla, pero no a manejarse con ella. Es lo mismo con el personal sanitario: muchas veces hacen cosas por inercia porque se tiene mucha experiencia… y a veces la experiencia es un grado y otras, un riesgo.

¿En qué situaciones podrían utilizar la inteligencia emocional los profesionales de la sanidad?

Muchas veces, en otros cursos de prevención de riesgos laborales, se atiende a temas puramente prácticos y se explica, por ejemplo, cómo evitar pincharse, una caída o un riesgo músculoesquelético. Aquí también lo vamos a hacer, pero lo vamos a relacionar con las emociones, con que la persona sea consciente de que existe de verdad ese riesgo. Y es que muchas veces sufrimos accidentes derivados de incidentes previos porque no somos conscientes de ello. Hay una gran parte de trabajadores sanitarios que reconocen estar estresados o tener problemas de insomnio cuando se les hace una encuesta sobre ello, o que también han modificado sus hábitos saludables de conducta en lo que se refiere al ocio, a la alimentación o a la relación con su pareja. Y normalmente se percatan de ello cuando realmente se lo preguntas o les haces razonarlo en voz alta a través de un curso. De lo que se trata con la prevención consciente es que se dé más importancia a los riesgos ergonómicos y psicosociales que están íntimamente ligados entre sí y que normalmente han sido el hermano pobre de la prevención.

En su experiencia, ¿cómo ha afectado la pandemia a los profesionales sanitarios? Es evidente que existe un antes y un después.

A lo largo de la pandemia la sensación de estrés ha subido más de trece puntos. En este momento los trabajadores del sector sanitario, y en concreto de enfermería, que reconocen sufrir estrés está en más de un 88,5%. Se ha incrementado de manera desproporcionada el síndrome del trabajador quemado, y de hecho la carga mental ha crecido de tal forma y el ‘burnout’ ha pasado a tomar tal protagonismo que hasta en la ISO 10.075, que habla de la carga mental, se ha incluido como un cuarto factor el ‘burnout’. Esa carga mental importante ya existía en enfermería en datos de 2017 y 2018, pero ahora se ha multiplicado exponencialmente en un porcentaje elevadísimo a raíz de la pandemia. Prácticamente el 90% del personal manifiesta síntomas de afección a nivel psicológico, cognitivo y emocional, y ello está afectando a su trabajo y a su vida.

Otro factor que habrá influido también será el paso de los aplausos durante el confinamiento a las recriminaciones posteriores por el colapso de los centros de salud.

Es algo que ha incidido y lo sigue haciendo aún ahora. Ha ocurrido también con otro colectivo que ha sido muy aplaudido y al mismo tiempo muy criticado, que es el de las Fuerzas de Seguridad. El perfil del profesional sanitario y el de las Fuerzas del Orden tienen que saber conjugar ese rol de ‘ángel’ y ‘demonio’: cuando a alguien le salvas la vida eres un ángel, pero cuando no puedes, aunque lo hayas intentado por todos los medios, eres ‘demonio’. Aunque la burocracia haga que no puedas atender correctamente a un paciente porque no tienes medios materiales, físicos e intelectuales para hacerlo, pasas a ser ‘demonio’ y los aplausos se convierten en críticas. Yo he realizado una encuesta entre profesionales de enfermería para ver cómo era su vida cotidiana en el momento álgido de la pandemia. Muchas de estas personas no han podido conciliar su vida personal y laboral porque, a pesar de todos los aplausos, luego no podían encontrar canguros porque no querían estar casa de alguien que estaba en contacto diario con el covid en un momento en el que el Delta se estaba llevando tantas vidas por delante.

¿Los centros hospitalarios y las clínicas les dan el espacio suficiente a los trabajadores para que cuiden de su bienestar psicológico?

Queda mucho. Hay avances, como en todos los aspectos, pero siguen escaseando los medios y falta también que se preste atención a temas que no son físicos. Si llega una persona con un brazo roto, nadie discute que es un motivo de baja. Si viene alguien con la mente rota, con una presión mental importante, eso no se visibiliza. Es algo que tiene que manifestar la propia persona y a veces no lo sabe explicar. Por parte de las instituciones, de las empresas públicas y también privadas, no se está prestando la atención necesaria a los riesgos psicosociales ni a las patologías mentales. Aunque la OMS lleve diciendo desde hace tiempo que la salud ya no es la ausencia de enfermedad, sino el bienestar físico y emocional de las personas, en la práctica queda aún mucho tiempo para que se ponga en práctica. A menudo se recomienda que se realicen micropausas activas para que la persona se estire, bostece o se masajee la nuca. Cinco minutos cada dos horas supondría una activación total a nivel fisiológico o incluso emocional, pero muchas veces no se tienen ni esos cinco minutos. Creo que a los nueve principios de la prevención de riesgos laborales que recoge la ley les falta la décima pata, que sería la inteligencia emocional. Y no sólo afecta al trabajo en los hospitales. El porcentaje más elevado de accidentes de tráfico ‘in itinere’ o ‘in mision’ se dan en este sector. ¿Qué se puede esperar después de guardias de 24 horas? Cuando se sale de trabajar existe fatiga y somnolencia, ya que no realizar las micropausas a lo largo del día provoca microsueños que son un segundo pero si se va conduciendo puede llevar a choques y accidentes. El factor humano es importante y al subirse al vehículo la persona debe saber si está en condiciones o no. Se le tienen que explicar los síntomas de la fatiga, qué es el estrés visual o el foto estrés, porque si otro coche te pone las luces largas eso puede provocar una alteración visual durante cinco segundos.

¿Cree que la enseñanza online puede ser una alternativa de futuro para la formación continua de los profesionales sanitarios?

Sin duda. Hoy en día, uno de los grandes problemas que tenemos todos es el tiempo y su organización. En un contexto así, la enseñanza online es una buena salida. Creo que todos los profesionales que quieran transmitir algo lo pueden hacer presencialmente y también de forma telemática. A la enseñanza online hay que echarle imaginación para que ejercicios que se realizan en encuentros presenciales se sustituyan por actividades interactivas para que las personas, sin estar presentes, no estén ausentes. Hay personas que están conectadas entre sí y viven a miles de kilómetros, y hay otras que viven juntas y no llegan nunca a conectar. Eso también sucede con la formación online.

Videoconferencia

Inscripción abierta

Prevención consciente de riesgos laborales e inteligencia emocional en el personal sanitario (José Manuel Simarro)

Gratuito

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