Mateo Bover: “El mejor tratamiento que podemos ofrecer a los pacientes es el abordaje multidisciplinar”
Con motivo del Día Mundial del Cáncer de cabeza y cuello, repasamos junto al oncólogo de la Unidad de Cabeza y Cuello del Hospital Universitario 12 de Octubre, los factores que originan este tipo de tumores y cómo podemos prevenirlos.
Mateo Bover, oncólogo de la Unidad de Cabeza y Cuello del Hospital Universitario 12 de Octubre
La principal causa de la aparición de los tumores de cabeza y cuello está relacionada con el consumo abusivo de tabaco y alcohol. Sin embargo, en los últimos 10 años se observa un aumento exponencial de la incidencia del cáncer de orofaringe asociado a virus de papiloma humano (HPV) en los países más desarrollados.
Sobre prevención y avances en los tratamientos profundiza esta entrevista con Mateo Bover, oncólogo de la Unidad de Cabeza y Cuello del Hospital Universitario 12 de Octubre, y uno de los ponentes de la última jornada “Mujer & Cáncer: en la línea de salida”, organizada por Fundación Fidys y Educa-Med.
Educanews. SEOM estima que el cáncer de cabeza y cuello es el séptimo cáncer más diagnosticado en nuestro entorno, con 12.500 nuevos casos en España el último año. Sin embargo, no es un tumor que tenga mucha visibilidad, ¿cuáles son las localizaciones más frecuentes?
Mateo Bover.- El cáncer de cabeza y cuello engloba los tumores que afectan a la vía aero-digestiva superior tales como la cavidad oral, la faringe y la laringe. A nivel anatómico comprende multitud de regiones que se encuentran cercanas entre ellas: cavidad oral (lengua, encía, paladar duro), orofaringe (amígdalas, base de lengua), nasofaringe (a lo que también nos referimos como cavum), laringe (epiglotis, cuerdas vocales) e hipofaringe. Las localizaciones más frecuentes donde pueden asentar estos tumores varía mucho de la región geográfica. Mientras que en Asia predomina el cáncer de cavidad oral, en España ha predominado tradicionalmente el cáncer de laringe. Sorprendentemente en los últimos 10 años se está experimentando un cambio de tendencia con el aumento de forma exponencial de la incidencia del cáncer de orofaringe asociado a virus de papiloma humano (HPV) especialmente en Europa y Norteamérica.
Todo ello tiene implicaciones en el tratamiento y en el pronóstico futuro del cáncer de cabeza y cuello. Hasta hace poco tiempo, menos de un 10% de los tumores de orofaringe se relacionaban con el HPV, si bien en los últimos años esta tendencia ha ido aumentando hasta más del 30% (como en España) e incluso desbancando al tabaco y al alcohol como factores de riesgo principal en el Norte de Europa o en Norteamérica (en donde ya la relación con el HPV supera el 50% de los cánceres de orofaringe).
Hablemos de causas y prevención. ¿Qué factores pueden influir en la aparición de la enfermedad y cómo podemos prevenirla?
La principal causa relacionada con la aparición de estos tumores es el consumo abusivo de alcohol y tabaco. En fuertes fumadores de tabaco el riesgo puede aumentar de 5 hasta 25 veces más de padecer algún tumor en esta localización. En concreto en el cáncer de cavidad oral la higiene dental o la correcta posición de prótesis dentales así como evitar inflamaciones de mucosa oral también resulta importante a la hora de disminuir el riesgo. Por ello, ha habido diferentes campañas encaminadas a eliminar el consumo abusivo de tóxicos, así como intervenciones odontológicas de detección precoz animando a la población a acudir a revisiones y consultas con dentistas cuando evidencien alguna lesión o úlcera que no cura pasados 15 días.
Con la aparición del HPV como una de las causas principales del carcinoma de orofaringe se están estudiando diferentes estrategias de prevención. Dado que el HPV se relaciona con diferentes prácticas sexuales y dado que la vacunación de HPV ha demostrado disminuir ampliamente el riesgo de padecer tumores relacionados con el virus como el cáncer de cérvix; se podría hipotetizar, a falta de estudios, que cuando la vacunación de HPV esté extendida en el tiempo en países donde está instaurada quizás podría también acompañarse de una disminución en la incidencia de estos tumores.
Como en el resto de tumores, el diagnóstico temprano es clave. No obstante, la ausencia de una sintomatología específica provoca que se detecte en fases avanzadas. ¿Qué señales deben tener en cuenta profesionales y pacientes?
Efectivamente, como en el resto de tumores, la detección temprana es clave para no solo conseguir mayores tasas de curación sino también poder administrar tratamientos que produzcan las menores secuelas posibles (algo fundamental en tumores que afectan a funciones de la vida diaria tales como hablar, socializar, comer o respirar). Diferentes síntomas como lesiones o úlceras en cavidad oral, sangrado en cavidad oral o por la nariz, disfagia (dificultad para tragar), afonía o disfonía, disnea (dificultad para respirar), estridor (dificultad para respirar asociado a sonido chillón o silbido inspiratorio) o palpación de bulto en el cuello deberían animar al paciente a consultar. Sobre todo, en aquellos que perduren más allá de dos semanas, dado que mucha de la patología benigna de la vía aerodigestiva suele resolverse en este periodo de tiempo.
Este tipo de tumor es a menudo estigmatizante por las secuelas físicas que provocan los tratamientos. ¿Hasta qué punto es importante la intervención multidisciplinar para mejorar la calidad de vida y el bienestar emocional de los pacientes?
Sin duda el mejor tratamiento que podemos ofrecer a los pacientes y que debería de ofrecerse en todos los centros es el abordaje multidisciplinar.
Como hemos dicho, estos tumores afectan al habla, a la comunicación interpersonal, a la necesidad de dispositivos para respirar (como la traqueostomía), a la alimentación (incluso precisando también de sondas y demás intervenciones para asegurar la nutrición) y, sin duda, al aspecto físico.
El día a día pasa por una socialización extrema y muchas de las actividades diarias se socializan (el comer, el fumar o el aspecto físico). Todo ello genera un distrés emocional que debe ser abordado desde diferentes ámbitos. No solo cirugía, tratamientos oncológicos como los farmacológicos o la radioterapia, sino también desde un enfrentamiento psicooncológico, rehabilitador, trabajo social o nutricional.
La tasa de supervivencia en tumores de cáncer y cuello recurrentes o metastásicos está mejorando gracias a la aplicación de la inmunoterapia en los tratamientos. ¿Veremos más avances en esta línea?
La inmunoterapia ha supuesto un cambio en el paradigma de tratamiento de estos tumores. Sobre todo, desde que la usamos en líneas precoces (Cercano al diagnóstico oncológico) ha mejorado no solo la supervivencia de estos tumores, pudiendo hablar por primera vez de la existencia de “Largos Superviventes de cáncer de cabeza y cuello”; sino que además ha cambiado el perfil de toxicidad, mejorando en muchos aspectos la calidad de vida de esos supervivientes.
La investigación sigue centrada en la inmunoterapia. No solo en fármacos AntiPD1 o AntiPDL1 sino en combinaciones de inmunoterapias que ayuden a afrontar diferentes mecanismos de resistencia del tumor. Incluso ya se están llevando a cabo diversos ensayos clínicos con terapia celular adoptiva (con transfusiones de linfocitos activados entre otros) que pueden abrir un abanico de infinitas posibilidades de tratamientos y resultados oncológicos.
También se ha experimentado una importante evolución en cirugía maxilofacial y otorrinolaringológica. ¿Cuáles son estas mejoras y qué beneficios tienen para el paciente?
Todo el espectro que se ha abierto de cirugías robóticas y reconstructivas tienen como objetivo alcanzar buenos resultados oncológicos ya presentes en técnicas más invasivas, pero mejorando también otros desenlaces que en la era de la oncología clásica no se exploraban tanto: estética, disminución de secuelas o calidad de vida a largo plazo. Cada vez son más los estudios que exploran escalas de bienestar o calidad de vida en estas cirugías cada vez menos invasivas (estudios de disfagia a largo plazo, rigideces cervicales, trismus o capacidad de apertura bucal). Y como decimos, siempre sin condicionar los resultados oncológicos esperados.
El ejercicio físico y la nutrición son herramientas cada vez más presentes en la prevención y tratamiento de la enfermedad oncológica. ¿Cómo pueden influir en la evolución de los tumores de cabeza y cuello?
Como en cualquier paciente oncológico estas dos disciplinas son imprescindibles para alcanzar buenos resultados a largo plazo. Al igual que ocurría con las cirugías, la oncología clásica ha estado centrada en desarrollar nuevos fármacos o técnicas que aumenten supervivencia dejando de lado otras disciplinas también esenciales. En los últimos años se ha ido viendo a través de diversos estudios cómo el ejercicio físico y la nutrición también pueden mejorar factores como la supervivencia y otros factores perceptibles durante el tratamiento oncológico y tras finalizar el mismo.
En el cáncer de cabeza y cuello estos resultan de especial relevancia dado que por las características del tumor son pacientes con tendencia a la desnutrición y a la sarcopenia (déficit de masa muscular). Por ello en la consulta no solo no debemos dejar de lado esto, sino que tenemos que tener especial atención en inculcar a nuestros pacientes hábitos nutricionales (y en muchas ocasiones administrarles suplementos) así como ejercicios adaptados para aumentar esa masa muscular tan relacionada en su déficit con infecciones, complicaciones de los tratamientos e incluso aumento de los efectos secundarios de los mismos. Todo ello con la correcta supervisión de profesionales y si están integrados en los equipos multidisciplinares hospitalarios mucho mejor.