Soraya Casla: «No es que se pueda hacer ejercicio con un cáncer, es que se debe hacer y la gente no lo sabe»
La especialista en ejercicio físico oncológico y ponente del Simposio de Ejercicio y Cáncer de Educa-Med presenta su libro ‘Ante el cáncer, muévete’
ÁNGEL SALGUERO
‘Ante el cáncer, muévete’. Ese es el mensaje que la especialista en ejercicio físico oncológico Soraya Casla traslada a diario a los pacientes de su unidad. Y ahora, también, es el título de un libro recién publicado en el que resume sus más de 15 años de experiencia estudiando y divulgando los efectos de la actividad física en el cáncer y donde los interesados pueden encontrar consejos basados en la evidencia científica. La también ponente del Simposio de Ejercicio y Cáncer de Educa-Med presentará el libro este viernes 26 de enero de 2024 en la FNAC de Callao en Madrid a partir de las 19.00.
PREGUNTA.— ¿Por qué se decidió a escribir el libro?
RESPUESTA.— Creo que hay una necesidad de divulgación sobre el tema del ejercicio físico y el cáncer porque ya existe mucha evidencia científica. Los médicos están cada vez más convencidos y también hay más especialistas en ejercicio físico que van a congresos oncológicos nacionales y, sobre todo, internacionales. Aun así no llega a la población y ello provoca que la gente todavía no sepa que no sólo se puede hacer ejercicio durante el cáncer, sino que se debe hacer, y pienso que eso es algo esencial.
P.— ¿A quién va dirigido? ¿Lo ha escrito para los pacientes o también pensando en oncólogos y médicos?
R.— Es un libro en el que van a encontrar muchas recomendaciones prácticas y donde se explica el porqué del beneficio fisiológico de realizar ejercicio físico. Les damos las razones para hacerlo a los pacientes y les decimos cómo tienen que hacerlo. Pero evidentemente para un oncólogo que tiene que ofrecer una serie de consejos, contar ya con una revisión en la que se están dando una serie de consejos basados en evidencia científica se lo va a hacer mucho más fácil para él, pues encontrará esa información aglutinada. Por fortuna tenemos muchos oncólogos, médicos y otros profesionales del ámbito clínico que están encantados con el libro, porque al final da una visión muy práctica, que es lo que ellos suelen buscar. Los papers nos los leemos todos, pero… ¿qué le digo al paciente? ¿Puede correr o no? ¿Puede o no coger peso? Ahí se explica qué pueden hacer en función del tipo, de los efectos secundarios, de las intervenciones de los tratamientos o el momento de la enfermedad en que se encuentren. El libro está muy pensado para pacientes, pero creo que los oncólogos que lo lean van a disponer de una herramienta obre ejercicio físico oncológico con la que poder dar recomendaciones fáciles y sencillas.
P.— Usted lleva trabajando en ejercicio oncológico desde 2008, un momento en el que en España apenas se hablaba de esta cuestión. ¿Cómo se introdujo en este tema?
R.— Yo empecé porque el ámbito clínico de la salud era algo que me apasionaba. Cuando empecé a estudiar cómo el ejercicio físico cambiaba realmente las células y la fisiología de las personas para estar más sanas me di cuenta de que era una herramienta brutal. No entendía cómo no se estaba aprovechando a nivel nacional. Porque, si era verdad, ¿cómo es posible que no se estuviera aplicando ya? Con esa pregunta en mente empecé a hacer revisiones. Había ya mucha información sobre sobre otras patologías y de repente me topé con un artículo en el que se hablaba del cáncer y del cáncer de mama y del beneficio que el ejercicio tenía en la calidad de vida de los pacientes. Y me pareció que si una herramienta tan sencilla, algo tan fácil, podía ayudar en una enfermedad tan complicada, entonces ese era mi sitio, y ahí tenía que trabajar para ayudar a estas personas.
P.— ¿Cuánto se ha avanzado en España desde aquel 2008?
R.— Es otro panorama completamente diferente. Estamos en un escenario muy distinto. Siempre se lo digo a mis alumnos cuando estoy en clase: Cuando yo empecé a investigar entre 2008 y 2010 para la tesis, me tuve que marchar finalmente fuera en 2013 porque aquí no había nada. No existía en España un grupo de referencia al que recurrir para poder investigar y desarrollar proyectos en este ámbito. Y tuve la suerte de contar con una persona en Estados Unidos, con la que estuve, y luego también en Canadá, Dinamarca y Australia. Pero cuando llegué en 2012 a Estados Unidos y vi que allí ya se utilizaba el ejercicio físico dentro del hospital para trabajar con pacientes oncológicos, a mí me pareció el paraíso y no creía que pudiera suceder algo similar en España en ese momento. De hecho cuando volví la gente me miraba con extrañeza cuando yo les decía que aquí a los pacientes los ponemos a correr y les hacemos trabajar con fuerza y alta intensidad. No se lo creían. Es verdad que desde entonces ha aumentado muchísimo la evidencia científica. Todos estos proyectos en los que yo tuve la suerte de estar aprendiendo han ido generando cada vez más evidencia científica. También es verdad que en Estados Unidos los medios son otros y se hacen las cosas de forma diferente y nos han ayudado mucho a avanzar y a entender mejor qué es lo que está pasando. A ello se suman otros equipos que nos han dado a conocer en profundidad la evidencia más a nivel molecular y fisiológico y, finalmente, esto es una realidad. Estamos viendo que ya tenemos los caminos descritos de cómo el ejercicio físico cambia las células y la fisiología y cómo realmente esto es salud. Por lo tanto, yo creo que eso ha trasformado mucho el panorama y ha ayudado a que en España se empiece a hablar sin miedo de hacer ejercicio físico.
P.— ¿Ve un futuro en el que el ejercicio sea una terapia más dentro del sistema de salud?
R.— Yo creo que sí, pero también hay que considerar que los hospitales no están de momento dispuestos a invertir en esto. Lo quieren hacer todo de una manera low cost que va en contra del paciente. Tienen muy asumido que una enfermera debe tener una formación, igual que un médico ha de tener su especialización, pero parece que no tienen asumido que un especialista en ejercicio oncológico también tiene que estar formado. Eso para mí es un peligro cuando queremos hacer las cosas baratas por cumplir. Y quizá es muy español eso de que optar por tener un servicio malo que al final bueno funcionará de aquella manera. Pero aun así creo que se están empezando a abrir las conciencias colectivas y sobre todo ya existe ese cambio de paradigma gracias al cual empezamos a entender que el ejercicio físico va a ser parte de los tratamientos en salud.
P.— ¿Qué es más difícil: convencer a los médicos para que prescriban ejercicio o a los pacientes para que lo practiquen?
R.— Pienso que hay muchos médicos que estarían encantados de tener un proyecto de ejercicio físico oncológico. Hay pacientes a los que les puede costar más ejercitarse, sobre todo cuando tienen que hacerlo de forma externa y paralela a sus tratamientos. Pero aquellos que lo practican acaban siendo unos conversos del ejercicio. Y eso quiere decir que funciona, porque si no les fuera bien y no mejorase su salud, no lo harían. Pero, insisto, necesitamos medios. Necesitamos una persona que sepa dirigir una unidad de ejercicio oncológico, que esté formada en ejercicio físico y en su prescripción, y al mismo tiempo en patologías. En el centro todos los pacientes tienen cáncer, pero hay gente que tiene cáncer y Parkinson, cáncer y problemas cardiovasculares, cáncer y obesidad… Es decir, que esta enfermedad, normalmente por la edad o por las circunstancias de nuestra sociedad, no viene sola. Necesitamos una persona con una formación muy completa y ahí creo que también tenemos que ser conscientes de ello y de que hay que invertir para cambiar el paradigma. Y esa inversión debe venir tanto desde las universidades para formar a la gente como desde el Ministerio de Sanidad. Yo siempre pongo el mismo ejemplo: En Estados Unidos ya existía en 2012 un sistema completamente privado y utilizan el ejercicio físico porque realmente es un tratamiento económico y las personas que están allí son líderes de opinión, son investigadores punteros quienes dirigen estas unidades. ¿Por qué? Porque las personas que reciben estos tratamientos de ejercicio mejoran su salud, tienen menos efectos secundarios y hay un menor gasto del sistema detrás.