Eugenia Trigoso: “El aprendizaje, el entrenamiento y la docencia son la base del trabajo de las enfermeras”
Con una amplia experiencia en el servicio de oncología pediátrica de La Fe en Valencia, esta enfermera y miembro del EBMT Nurses Group ofrece este martes cinco de abril en Educa-Med una sesión clínica centrada en los cuidados paliativos

Eugenia Trigoso lleva casi cuatro décadas como enfermera en el Hospital La Fe de Valencia y desempeña su labor en la unidad de trasplantes del servicio de oncología pediátrica. Asimismo es miembro del EBMT Nurses Group, una asociación internacional que reúne enfermeras de toda Europa y se dedica a formar profesionales en multitud de países. Este martes 5 de abril, Trigoso ofrece en Educa-Med una sesión clínica centrada en los cuidados paliativos.
PREGUNTA.— Si tuviera que destacar algo de sus 36 años de experiencia respecto a los cambios que se han ido viviendo en la Sanidad y en la propia labor de las enfermeras, ¿qué seria?
RESPUESTA.— La labor de las enfermeras ha cambiado absolutamente. No voy a decir que antes éramos las que le llevaban el café y la bata al médico, pero sí que es verdad que a través de los años se ha visto que las enfermeras somos un estamento totalmente formado, con una serie de responsabilidades y de prioridades que han cambiado muchísimo a lo largo de los años. Todos trabajamos sobre el mismo paciente y lo hacemos en equipo, poco a poco nosotras nos hemos especializado en lo que son los cuidados. Las enfermeras desempeñamos tanto una labor investigadora como de formación y de entrenamiento al nuevo personal. Y esto ha variado a lo largo de los años de una forma notable: ahora no es que funcionemos de forma independiente, pero sí tenemos nuestro propio sistema de trabajo.
P.— Es miembro también del grupo EBMT, una organización que reúne a enfermeras de unidades de trasplantes de diferentes países. ¿Cómo decide unirse y qué acciones desarrollan?
R.— LA EBMT es una asociación sin ánimo de lucro que incluye un gran número de países en Europa y otros continentes. Las unidades de trasplante deben reportarle sus datos y todas trabajan unidas y colaboran en el beneficio de los pacientes. Cada unidad de trasplante que existe en España, por ejemplo, está registrada en la EBMT. En todas ellas hay una serie de médicos y además deben tener una enfermera, que es la representante de esta unidad ante la EBMT. Cuando yo empecé a trabajar en la unidad de trasplante de La Fe me propusieron participar ya que hablaba inglés y me encargaba de la coordinación. Desde entonces he formado parte de un grupo de pediatría del que han salido varios congresos y, más recientemente, del Global Educational Comitee. La labor de este último es facilitar la formación de enfermeras en países más desfavorecidos a través de diferentes cursos. Queremos que estas profesionales, que no han tenido las mismas facilidades que nosotras para aprender o echar mano de determinados recursos, puedan hacerlo. También vamos a intentar que formen sus propios grupos de enfermería, porque unidas son más fuertes. Es lo que hicimos en India o en Myanmar, aunque en este último país el nivel era mucho más bajo y resulta más complicado. Hemos ayudado a crear un grupo en Latinoamérica del que estamos muy orgullosas porque lo forman enfermeras de más de doce países. Ahora estamos montando con la Organización Mundial de Trasplantes un curso en Pakistán, porque tenían ya uno para médicos pero nadie había pensado en hacer otro paralelo para las enfermeras.
P.— ¿Le han sorprendido algunas de las cosas que ha visto al salir de España?
R.— La primera vez que hicimos un viaje más largo fue a Moscú. Nos llamaron porque habían construido un hospital pediátrico financiado por una fundación en el que había enfermeras de toda Rusia y no existía mucha coordinación entre ellas, así que fuimos para unificar criterios y para formar. En ese mismo viaje pudimos ver el hospital municipal y la verdad es que los medios con que contaba no eran ni mucho menos los mismos. Nos provocó una tristeza increíble, igual que lo que vivimos en Myanmar, con salas enormes llenas de cunas y niños que no sabían cuanto tiempo iban a estar ingresados.
P.— Usted va a participar en las sesiones clínicas en enfermería de EDUCA-MED. ¿Por qué son interesantes este tipo de jornadas y qué temas va a abordar?
R.— El aprendizaje, el entrenamiento y la docencia son la base de nuestro trabajo. Funcionar con lo que ahora se denomina ‘práctica basada en la evidencia’. La formación es fundamental: yo doy clases en la Universidad, en el master de Enfermería Oncológica, y disfruto mucho con la enseñanza. Es clave formarse y trabajar con una base científica. Durante la sesión hablaré principalmente sobre los cuidados paliativos pediátricos y añadiré alguna pincelada sobre la situación general de estos cuidados en España y la figura de la enfermera de referencia.
P.— ¿Cómo se vivieron los meses más duros de la pandemia desde su particular trinchera?
R.— Siempre digo que he tenido mucha suerte de trabajar en pediatría, porque ha sido muy diferente a lo que sucedía con los adultos. Allí los problemas fueron principalmente logísticos porque tuvimos que organizarnos. La unidad de trasplantes es un lugar completamente cerrado y protegido. Los padres ingresaban con el niño y hay que imaginar lo duro que puede ser para cualquiera de ellos pasar un mes en una habitación de hospital sin salir. Pero sobre todo la mayor suerte ha sido la de no haber tenido ni un solo caso de covid entre nuestros pacientes. Lo de los adultos, por otro lado, ha sido terrible: la UCI era una locura y lo que se veía en televisión de los hospitales que triplicaban turnos era real.
P.— ¿Cree que ha cambiado la percepción que tiene la gente del trabajo que realizan las enfermeras después del covid?
R.— En redes sociales hay ahora mucha gente diciendo lo maravillosas que somos, y es verdad. Pero ya lo éramos antes de pandemia y lo hemos sido durante y después de ella también. Ahora puede que seamos más visibles. Los aplausos vienen muy bien porque hacen que todo se lleve un poco mejor si es con apoyo y reconocimiento, pero la pura realidad es que ahora se va a la calle mucha gente que tenía contratos covid. Tenemos un sistema de contratación vergonzoso. Yo tengo la gran suerte de contar con una plaza fija, pero veo compañeras que se pasan la vida haciendo contratos. No hay respeto por la formación o la especialización de la gente: Da igual, por ejemplo, que hayas trabajado desde siempre en pediatría porque, si no eres fija, puedes acabar en quirófano de un día para otro.
P.— Una de las consecuencias de la pandemia es también la consolidación de la enseñanza en formato online. ¿Piensa que puede ser una opción de futuro para la formación continua de los profesionales sanitarios?
R.— En la formación hay dos cosas importantes: una es lo que aprendes y otra, lo que compartes. Hay muchas formas de compartir, en congresos, reuniones, jornadas de formación, etc… y en ese sentido la formación online nos está ayudando mucho. Ahora estoy impartiendo un curso para enfermeras que trabajan en trasplantes en India y Pakistán y si no es de forma virtual difícilmente podrían acceder ellas a este tipo de aprendizaje. Es una herramienta básica.


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