José Antonio Forcada: “El pasaporte COVID se debería implantar en todas las comunidades autónomas”
El enfermero y presidente de ANENVAC pide prudencia ante la variante Ómicron y recomienda restricciones para evitar que se disparen los contagios en Navidad

José Antonio Forcada es enfermero y presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (ANENVAC). En esta entrevista con EDUCA-NEWS repasa el estado actual de la pandemia y la incidencia de la variante Ómicron sobre las vacunas actuales, y apunta a que el coronavirus podría convertirse en el futuro en una enfermedad estacional.
PREGUNTA.— ¿Qué sabemos con certeza sobre la variante Ómicron? ¿Es más o menos grave que las anteriores?
RESPUESTA.— Algunos de los estudios que se han realizado en Suráfrica, que hay que tomar con un poco de prudencia aún, aseguran que la gravedad de la infección y el número de ingresos hospitalarios no alcanzan lo que se ha visto con otras variantes. Son datos que deben contrastarse con otros estudios clínicos, pero la sensación es que podría ser menos grave y, por tanto, producir menos hospitalizaciones y fallecimientos
P.— ¿En qué se diferencian los síntomas que produce?
R.— Los cuadros son sobre todo de vías altas y ya no tanto de neumonías bilaterales, porque afecta menos a los pulmones y el epitelio. Lo más típico son estornudos, dolor de garganta o de cabeza y parece también que no se detectan tantos casos de pérdida del olfato y del gusto. En ese sentido los síntomas serían similares a los de cualquier infección vírica invernal, como un rinovirus o un síndrome gripal leve. Si se tiene un cuadro respiratorio de esas características, hay que valorar la posibilidad de que pueda ser coronavirus.
P.— En Suráfrica, que va varias semanas por delante del resto del mundo, las infecciones por Ómicron están disminuyendo de forma notable. Lo comparaban a haber escalado el Everest y estar ahora descendiendo por la otra cara de la montaña. ¿Podríamos ver algo parecido aquí?
R.— Depende de cómo nos comportemos. La vacunación tendría que ir mejor, sobre todo con los mayores de 60 años, pero va avanzando. Hay mucha gente ya protegida y, aunque sabemos que la vacuna no nos resguarda completamente, dadas las características de esta variante Ómicron, las infecciones son más leves y en muchos casos podrían pasar como sintomáticas. Si la vacuna funciona y nos comportamos racionalmente durante estas fiestas, probablemente podamos empezar a ver que se llega a la meseta en un tiempo prudencial. Si nos comportamos mal, seguirá subiendo y hasta que no se adopten medidas restrictivas más importantes o no acaben las fiestas y dejemos de tener tanta interacción social será difícil bajarlo más.
P.— ¿Las vacunas actuales protegen contra Ómicron? Un artículo reciente del New York Times que citaba varios estudios concluía que sólo las vacunas basadas en ARNm previenen la infección con esta variante tras una tercera dosis.
R.— La efectividad de la vacuna frente a esta cepa no es tan grande como la que tiene con el resto de variantes, pero hay que pensar que la inmunidad no nos la dan sólo los anticuerpos, sino también las células T, que son CD4 y CD8. Y parece que la protección contra Ómicron funciona mejor a nivel de inmunidad celular que en la generación de anticuerpos. De todas formas hay que seguir estudiando para ver si realmente las vacunas de las que disponemos actualmente nos ofrecen una mejor o peor inmunidad frente a esta cepa. La mayoría de los laboratorios que han creado vacunas basadas en ARN mensajero están ya trabajando para adaptarlas a esta variante, aunque aún tardarán meses en tenerlas listas y luego habrá que pedir la autorización y producirlas. Mientras tanto, podría suceder que empezara a circular una nueva variante, porque es algo imprevisible.
P.— La UE acaba de aprobar la vacuna de Novavax. ¿Cuáles son sus características principales y podemos esperar verla pronto en España?
R.— Se trata de una vacuna de proteínas recombinantes, una tecnología que ya conocemos de otras como las de la hepatitis B o el papiloma que llevan tiempo circulando, y parece ofrecer una efectividad alta, hasta del 90%, frente a las cepas originales (Wuhan, Alfa y Beta). Se ha venido desarrollando mientras se extendía Delta y habrá que ver cómo responde frente a esta y el resto de variantes que vayan surgiendo. Está autorizada para dos dosis con un margen de 21 días y la gran ventaja es que se recibe del laboratorio y se conserva refrigerada, no congelada, lo que facilita bastante la logística y la cadena del frío. Lo que aún no sabemos es cuándo se podrá utilizar y en qué condiciones, si será por ejemplo como dosis de recuerdo o ‘booster’.
P.— ¿Hay consenso sobre cuánto duran los anticuerpos generados por la vacunación? En Israel, por ejemplo, ya se habla de administrar una cuarta dosis. ¿Hemos de asumir que cada seis o nueve meses habrá que volver a por una dosis de refuerzo?
R.— En Israel han propuesto una nueva dosis de recuerdo en personas de alto riesgo, no para toda la población. Evidentemente, todas las personas que tienen problemas de inmunosupresión o los pacientes oncológicos sufren una mayor pérdida de anticuerpos porque su sistema inmunitario funciona peor. Por tanto, para proteger a los más débiles, se podría plantear poner una dosis de recuerdo cada cierto tiempo. Ese plazo no podemos saberlo de momento porque hay que ver cuánto tiempo va a durar la protección de los anticuerpos o las células T desde la administración de la tercera dosis. Es pura ‘ciencia ficción’ aún, pero quizá podríamos encontrarnos con que igual que vacunamos de gripe todos los años a las personas de más riesgo, tuviéramos que vacunarlas también de coronavirus los años que fuese necesario. Según como se comporten las nuevas mutaciones del virus, podría tender, tal vez, a hacerse más leve para tener una mejor transmisibilidad y quedarse como una enfermedad estacional.
P.— Respecto a las Navidades, ahora que vuelve a ser obligatoria la mascarilla en exteriores, ¿qué precauciones cree que deben adoptarse?
R.— Lo de la mascarilla en la calle tendría su relativa efectividad si viniéramos de un escenario en el que la gente la estuviera utilizando, pero hemos visto que hay de todo. Hay gente que usa mascarilla cuando va sola por la calle y hay otros que cuando están al aire libre no se ponen mascarilla ni aunque se encuentren en un lugar abarrotado. Es una medida positiva porque se le recuerda a la gente que en cualquier contacto que se tenga con otra persona hay que llevar mascarilla. Eso hará que se lo tomen algo más en serio, aunque seguirá habiendo quien no la utilice en ninguna circunstancia. Es un recordatorio también de que en el interior siempre hay que utilizar la mascarilla y volver a la separación entre mesas, con un número determinado de personas en cada una para que, en caso de contagio, se pueda hacer un mejor rastreo. Lo de las mascarillas supone un toque de atención, pero no es lo que nos va a mejorar la curva. Se tendrían que imponer una serie de restricciones, sobre todo en aquellos ambientes en los que sabe que se generan brotes de infección. No voy a decir que se cierren bares y restaurantes, pero sí que se restrinja el consumo en la barra y los aforos. También que se pida el pasaporte covid en los establecimientos y en las terrazas, porque así obligas a vacunarse a quien no ha querido hacerlo y por tanto su riesgo de infección y de transmisión a otros será menor. De hecho el pasaporte covid se debería implantar en todas las comunidades autónomas, combinado con las restricciones en los locales. Y algo de lo que muchos se han olvidado es de la ventilación de los establecimientos cerrados. Es vital y como mejor se sabe si funciona es con los medidores de co2, que deberían exigirse en todos los locales. Tomar medidas más restrictivas dependería mucho también de la tasa de incidencia en cada comunidad autónoma o incluso en cada población, entre ellas cierres o toques de queda. Hay que actuar porque la atención primaria está colapsada desde hace mucho tiempo y en Cataluña, por ejemplo, las UCI ya están saturadas con pacientes covid lo que impide tener camas para otras patologías igual de serias.
P.— ¿Los test de antígenos domésticos son lo bastante fiables o pueden dar una falsa sensación de seguridad?
R.— Estos test tienen una utilidad concreta y no valen para realizar grandes cribados poblacionales. Dan positivo cuando ya presentas síntomas y tienes una carga viral suficiente. Los primeros días de infección, con una carga viral baja, aunque puedas contagiar hay test de antígenos que no detectarían ese positivo. Esta prueba debe hacerse en laboratorio o incluso en la farmacia, en condiciones de seguridad. No llevándotelo a tu casa, porque ahí la toma de muestras es deficiente y puede provocar falsos negativos, más que falsos positivos. Cada test de antígenos es diferente y tiene un porcentaje distinto de efectividad y la gente no debería tener que hacérselo por su cuenta. Lo que están buscando ahora es precisamente que la gente se autocuide y se autogestione su infección y eso no es bueno. Va a provocar muchos disgustos.


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