OncofitCare ofrece un tratamiento integral del cáncer con el ejercicio y la calidad de vida como ejes centrales
La empresa inaugura una nueva clínica multidisciplinar en el centro de Valencia
E. M.
Un diagnóstico de cáncer supone un punto y aparte vital y un cambio radical en las prioridades personales. Es un momento de vulnerabilidad para muchos pacientes que necesitan una atención y un trato médico cercano, directo y también con una cierta dosis de empatía. Y eso es lo que se han propuesto ofrecer los responsables de OncofitCare, un centro oncológico multidisciplinar que acaba de abrir una nueva clínica en el centro de Valencia.
“Es un riesgo y una aventura”, explica a Educa-News el oncólogo Miguel Ángel Berenguer, director del centro. “Todo comenzó porque hace tres años, un paciente me dijo: ‘Si llego a saber que iba a tener todos estos efectos secundarios, no me habría tratado el cáncer’. Ello me hizo darme cuenta de que tenemos muy buena cirugía, radioterapia y quimioterapia, pero lo que se refiere a la calidad de vida y los efectos secundarios de los tratamientos no está bien cubierto del todo ni por el sistema sanitario ni por los seguros de salud”.
De ahí, asegura Berenguer, surgió la idea de “buscar profesionales que supiesen del cáncer para trabajar en conjunto. No un fisioterapeuta o un nutricionista que tengan sus propias clínicas, sino un solo equipo que funcione de forma multidisciplinar y con una visión oncológica”. Por otra parte, añade, también era necesario dar un giro a la mentalidad de los pacientes e “intentar que pasaran de una actitud pasiva frente al cáncer, limitándose a acudir al hospital cuando les llaman, a otra más activa, intentando hacer todo lo posible antes, durante y después del tratamiento”.
Las recién inauguradas instalaciones de OncofitCare están preparadas para esa atención global a la que aspiran sus responsables. “El paciente se va a encontrar diferentes profesionales de la patología oncológica que la conocen a fondo”, afirma Miguel Ángel Berenguer. “Van a saber si un paciente se presenta con cáncer de pulmón o de mama, por ejemplo, qué tipo de terapias existen y lo que se puede y no se puede hacer, sobre todo con una visión multidisciplinar. Trabajamos juntos, nos reunimos, comentamos los casos e intentamos que el paciente tenga la mejor calidad de vida posible, dentro de los límites de un tratamiento oncológico”.
Una de las partes fundamentales de ese enfoque activo del cáncer es la práctica del ejercicio como terapia no farmacológica. De hecho, la nueva clínica incluye un gimnasio totalmente equipado para el uso de los pacientes. “El ejercicio, sobre todo el de fuerza, consigue que los tratamientos se toleren mejor y que haya menos suspensiones e ingresos”, apunta Berenguer. “Todos los pacientes de cáncer sufren de astenia, un cansancio que suele presentarse por las tardes y que no se cura con sofá y cama, sino con ejercicio físico”.
La clave en este caso es adaptarse a las posibilidades de cada persona. “Las clases en grupo funcionan muy bien, pero lo que debe hacer un entrenador oncológico es individualizar y saber los límites del paciente. No es lo mismo el primer día que ha recibido quimio que cuando ya lleva cinco o seis sesiones. Tampoco es igual una paciente con cáncer de mama con tratamiento hormonal que otro con cáncer de pulmón”.
El beneficio del ejercicio es “exageradamente llamativo” en el caso de las mujeres, señala también la doctora Blanca Segarra, responsable de la unidad de menopausia de OncofitCare. “Ayuda a combatir la osteoporosis, mejora la calidad muscular y contribuye a disminuir el síndrome de fatiga crónica, a veces con tintes de depresión y desánimo, que suelen sufrir las pacientes menopáusicas”.
En cáncer de mama, que es el más prevalente, un régimen de ejercicio “aumenta la adherencia a la quimioterapia y contribuye a recuperar la movilidad. Es sólo un detalle, pero poder volver a lavarte el pelo tú sola significa recobrar una cierta independencia”, asegura Segarra. La actividad física también es importante como instrumento de prevención: “No tocar la línea roja de la obesidad ayuda muchísimo a prevenir uno de los tipos más frecuentes de cáncer de endometrio, y sólo con eso ya es bastante”, concluye la doctora.