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Los beneficios de la recuperación intensificada y la prehabilitación en una nueva Jornada de Expertos de Educa-Med

Este martes 15 de febrero profesionalidades de distintas especialidades médicas explican las ventajas para los pacientes quirúrgicos de estos programas de cuidados multidisciplinares
Cirujanos durante una intervención quirúrgica.

Cada vez son más los profesionales médicos que descubren las ventajas que los programas de recuperación intensificada y prehabilitación suponen para los pacientes quirúrgicos. Sin embargo aún existen obstáculos que dificultan su implantación en los hospitales. Por ello una nueva Jornada de Expertos de EDUCA-MED pretende dar una visión de conjunto de estas prácticas y de todos los beneficios que suponen desde una perspectiva lo más amplia posible.

Entre los ponentes figuran el cirujano Carlos Cerdán Santacruz, la especialista en geriatría Raquel Ramírez Martín, la dietista-nutricionista Angélica Larrad Sainz, el anestesiólogo Enrique Alday Muñoz y la enfermera Elena Pérez Menéndez. Todos ellos participan en esta jornada que quiere servir de prólogo para un próximo curso de EDUCA-MED que presentará con más detalle todos los aspectos relacionados con la prehabilitación.

Se trata, explica Carlos Cerdán, de «organizar un evento que involucre a los distintos especialistas que participan en los cuidados perioperatorios de los pacientes para insistir en las bondades de este tipo de programas de recuperación y prehabilitación. De paso concedemos más protagonismo a algunos estamentos sanitarios como las enfermeras o las nutricionistas y damos valor al trabajo que realizan».

Para Elena Pérez, la prehabilitación es importante porque «el paciente llega en las mejores condiciones posibles y además se les atiende de forma individual a él y a su familia. Les das la mano y no la sueltas durante un proceso que a veces es muy duro». Por su parte, Angélica Larrad cree que «asistir al enfermo durante un proceso que va a suponer una auténtica ‘bomba’ para su cuerpo y hacerlo en todos los aspectos posibles no sólo médicos sino también psicológicos, sería siempre lo ideal».

Sobre los programas de recuperación intensificada —conocidos también por ‘ERAS’, sus siglas en inglés— «existe mucha evidencia científica de que mejoran los resultados posoperatorios y permiten altas más precoces sin que aumenten los ingresos», asegura Cerdán. «La prehabilitación debería estar destinada a aquellos pacientes más frágiles y que quizá requerirían un preacondicionamiento previo antes de someterse a estos programas de recuperación intensificada para aumentar sus posibilidades de éxito».

Pérez subraya además cómo este tipo de cuidados se convierten en un esfuerzo multidisciplinar dentro de los hospitales. «En mi centro, el Gregorio Marañón de Madrid, existe un protocolo escrito que se le entrega al paciente. Realizamos prehabilitación en temas respiratorios, dietas y ejercicio físico antes de la cirugía. También ayudamos con las citas y asuntos administrativos y hacemos escucha activa. Algunos pacientes oncológicos recién diagnosticados están aún en la fase de negación y a veces les derivamos al psicólogo», señala la enfermera, que actúa como enlace de los distintos especialistas por los que pasan los pacientes. Entre ellos, farmacéuticos, anestesistas, geriatras, nutricionistas e incluso trabajadores sociales.

En este proceso el papel de las enfermeras es importante, afirma Elena Pérez, «por sus conocimientos y el manejo que tienen de los pacientes. No sólo los prequirúrgicos, sino también los oncológicos y los que sufren enfermedades raras. La enfermera es una figura que les puede prehabilitar y dedicarles el tiempo que necesitan, porque al final es una manera de que estén menos tiempo ingresados y tengan también un teléfono al que acudir».

Uno de los obstáculos para la generalización de estos servicios radica, según Carlos Cerdán, en la complejidad del organigrama y de la logística administrativa que requieren. «Las direcciones de los hospitales lo ven como un gasto adicional de dinero, tiempo o personal que muchas veces implica renunciar a ciertas prestaciones o requiere invertir en más plantilla, con el coste que ello supone. También hay desconocimiento por parte de los pacientes, que si no saben que existe no tienen la oportunidad de demandarlo», apunta. Y a veces, añade, «el propio personal tampoco está bien informado sobre estas cuestiones y la importancia que pueden tener. Los problemas son a todos los niveles».

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