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Soraya Casla: “El Simposio de Ejercicio y Cáncer es fundamental para crear conciencia entre los médicos”

La especialista en ejercicio físico oncológico participa el 12 de noviembre en el evento de Educa-Med en colaboración con Bristol Myers Squibb, con una ponencia sobre la importancia de fomentar hábitos saludables en los pacientes
Soraya Casla, especialista en ejercicio oncológico.
Soraya Casla, especialista en ejercicio físico oncológico.

Soraya Casla, especialista en ejercicio físico oncológico, cree que aún hay “mucho que trabajar” en España para que los profesionales sanitarios y los propios pacientes de cáncer sean conscientes de los beneficios de la actividad física y los hábitos saludables en los tratamientos. Por ello considera que el Simposio de Ejercicio & Cáncer + Alimentación que organiza Educa-Med en colaboración con Bristol Myers Squibb el próximo 12 de noviembre, es una oportunidad “fundamental” para fomentar esta práctica.

PREGUNTA.— ¿Qué opinión le merece esta iniciativa de Educa-Med en colaboración con Bristol Myers Squibb? ¿Cree que puede contribuir a que más profesionales descubran las ventajas del ejercicio en pacientes de cáncer?

RESPUESTA.— Creo que es un simposio fundamental para empezar a crear conciencia a nivel global pero sobre todo entre los médicos, dentro del ámbito clínico. Eso es clave de cara a orientar, primero, a los pacientes de modo que comiencen a hacer ejercicio durante el proceso oncológico y, segundo, a los propios profesionales. Porque empieza a haber conciencia pero no nos damos cuenta de todo lo que tenemos que formarnos para desarrollar estas iniciativas. El simposio es un paso importante para fomentar este ámbito.

P.— ¿Qué opina de la selección y el nivel de los ponentes?

R.— Es un honor compartir una jornada tan completa con tantos profesionales de tan diferentes especialidades. Creo que va a ser muy interesante desde la parte de la fisiología deportiva, de los oncólogos y de los especialistas en ejercicio oncológico para poder intercambiar nuestras vivencias y experiencias en todos los ámbitos. Se va a ofrecer una visión muy integral.

P.— ¿A qué se debe que sólo un 30% de los pacientes realice ejercicio físico?

R.— Desde el principio no hay una prescripción clara y tampoco existen lugares a los que los pacientes puedan acudir de forma clara. Se les deja en tierra de nadie y aún se tiene la percepción de que el ejercicio físico es algo que tú puedes hacer por tu cuenta. Y ya se ha visto que al menos en las etapas iniciales, durante los tratamientos y hasta que pasan los primeros meses después de los mismos, es recomendable una supervisión. Así se refleja en datos publicados por el Colegio Americano de Medicina e incluso la Sociedad Española de Oncología Médica, con el último ‘paper’ que escribimos de posicionamiento de esta Sociedad en 2020. Es importante darles una referencia, y yo siempre les digo lo mismo a los oncólogos o a enfermería: Del mismo modo que les das teléfonos para encontrar pelucas oncológicas, también necesitan alguien que les oriente con la actividad física. Tenemos que empezar a pensar que es algo que va a ir inherente durante todo el tratamiento y que se precisan lugares especializados con personal preparado para trabajar con estos pacientes durante el tiempo que lo necesiten.

P.— Visto con perspectiva, ¿cree que los dos años de pandemia han sido un paso atrás en este aspecto?

R.— Creo que no, porque la pandemia nos hizo tener la percepción de que necesitamos salir de casa y de que movernos era importante. Durante los momentos más difíciles, los problemas que pudieron sufrir algunos pacientes quizá tengan efectos funcionales, fisiológicos, metabólicos, y psicológicos a largo plazo, pero esa situación también nos hizo muy conscientes de que necesitamos salir, movernos y hacer ejercicio. Porque, si no, vas a peor. De hecho, uno de los estudios que estamos realizando con Mónica Castellanos, una de las doctorandas, muestra cómo los pacientes que tenían tratamiento durante la pandemia, cuando se normalizó la situación tenían mayor nivel de actividad física que antes. Hubo un ‘boom’ de la actividad física, pero aun así creo que nuestros deseos y necesidades están yendo más rápido que las estructuras sociales de apoyo a los pacientes. Por eso pienso que se debe respaldar a los pacientes con medios suficientes para responder a estas necesidades. Y ahora que el sistema está volviendo poco a poco a la normalidad, también debemos recordarles otra vez a los oncólogos y a los clínicos que sigan recomendando a los pacientes que hagan ejercicio, pero denles referencias de a dónde pueden ir para llevarlo a cabo de la forma adecuada.

P.— ¿En qué punto está España en este tipo de programas de ejercicio respecto a otros países?

R.— Estamos a años luz. Cuando empecé a investigar este tema tuve que irme fuera, porque en 2010 aquí no había nada. Estuve en Estados Unidos y Canadá y allí el ejercicio físico ya se había integrado en las instituciones hospitalarias. Estuve trabajando en los hospitales, luego también en Dinamarca y Australia, y puedo afirmar que vamos por detrás. Y no estamos hablando de sistemas públicos o privados, porque Canadá y Dinamarca tienen Sanidad pública y allí todos los pacientes pasaban por programas de ejercicio físico. Todavía tenemos mucho que trabajar y entender además los roles de cada profesional y formarlos para que puedan estar en los hospitales. Falta formación especializada y quizá también capacitadoras. Igual que se debe hacer un máster para ser profesor en cualquier ámbito, en ejercicio físico deberías también poder hacer un máster para que te habilitara para trabajar con pacientes.

P.— ¿Cómo deben plantearse estos programas de ejercicio? ¿Deben tener un enfoque multidisciplinar?

R.— Yo tengo mi propio programa, Ejercicio y Cáncer, y trabajamos de manera multidisciplinar. Empezando de forma directa con oncólogos y fisioterapeutas y luego con programas integrados de nutrición y ejercicio dentro de nuestras instalaciones. No concibo el ejercicio físico como algo aislado. Tenemos que trabajar todos en conjunto y cada uno vamos a aportar una parte. No debemos ser nunca defensores de una única área: los pacientes tienen que beneficiarse de toda nuestra labor, pero somos los profesionales los que nos tenemos que poner de acuerdo. Si al paciente le dices que tiene que ir a nutrición, a hacer ejercicio y a masaje, al final acaba perdiendo el foco. Nuestro programa es el único en España que une ejercicio y nutrición para trabajar con el paciente de forma integral en estos ámbitos. Sé que si hago las cosas de manera adecuada el beneficio para el paciente va a ser exponencial.

P.— En su ponencia también subrayará la importancia de que el ejercicio se convierta en un hábito de por vida. ¿Cómo se consigue motivar y concienciar a los pacientes?

R.— Ese es uno de los aspectos más importantes que vamos a tratar: conocer cuáles son las pautas para poder ayudar a los pacientes. Entre ellas, por ejemplo, está darles conocimientos y feedback positivo, contar con las estructuras sociales y las que validen ese tipo de acciones. Cuando un oncólogo nos dice que hagamos ejercicio, para nosotros su opinión tiene más valor porque es un referente y ejerce un efecto positivo que ayuda a que los pacientes se adhieran a largo plazo. Pero también hay que darles estructuras que les ayuden a mantenerse activos, entre ellas un lugar donde poder acudir. Si nos pasa a las personas que hacemos ejercicio de forma regular y que no tenemos ninguna enfermedad, que somos animales sociales de costumbres y el grupo tira de nosotros, imagine lo que sucede con un paciente, que además lo ve como el único entorno en el que se siente comprendido, en el que puede expresar sus necesidades y su situación actual sin temor a ser juzgado. Los tratamientos oncológicos son cada vez más largos y tienen también más implicaciones a largo plazo. Se convierte en una enfermedad crónica y tenemos que ocuparnos del cáncer o del ejercicio no sólo durante esos tratamientos, porque todos los efectos secundarios o comorbilidades que van surgiendo a largo plazo van a requerir adaptaciones de la actividad física que puedan beneficiarles a lo largo del proceso. Si ya sabemos que tienen más riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular a los diez años de haber recibido el tratamiento oncológico tenemos que mantenernos activos durante todo el tiempo, porque si no puede que al final sufra un infarto. Y no es sólo que los pacientes vivan ahora más, sino que los tratamientos que han recibido tienen más efectos secundarios y pueden sufrir un nuevo tumor, obesidad, problemas cardiovasculares, hipertensión, colesterolemia, etc. Hay que comprender que ya no vamos a tratar a enfermos agudos, sino a personas con una afección crónica.

P.— Este simposio podrá seguirse online de manera gratuita. ¿Cree que los eventos y los cursos en el medio digital suponen una ‘revolución’ para la formación continua de los profesionales?

R.— Son muy importantes. El desplazamiento y la presencialidad tienen su parte positiva, pero si algo bueno ha traído la pandemia es que nos ha enseñado que también podemos consumir de manera digital contenidos de mucha calidad. Ahí es necesario dar alternativas, porque no todo el mundo está en Madrid, Barcelona o las grandes ciudades y si una persona se quiere formar, esté donde esté, que la distancia no sea un problema me parece que es democratizar la educación y la formación.

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