Teodoro del Ser: “La enfermedad de Alzheimer es más compleja y polifacética de lo que habitualmente nos imaginamos”
El neurólogo e investigador será uno de los moderadores de la jornada ‘Cerco al Alzheimer’ que tendrá lugar el 14 de septiembre en la Universidad Europea de Alcobendas
ÁNGEL SALGUERO
El Alzheimer es una afección “heterogénea”, asegura a Educa-News Teodoro del Ser, neurólogo, investigador y coordinador del Grupo Clínico de la Fundación CIEN. Por ello es imprescindible “fijar nuestro concepto de la enfermedad” para determinar en qué líneas de investigación centrar los esfuerzos. Esa será una de las cuestiones que se tratarán en la jornada ‘Cerco al Alzheimer’, impulsada por Educa-Med y en la que participará como moderador.
PREGUNTA.— En el contexto en que nos encontramos, cuando parece que podremos contar con tratamientos y herramientas de diagnóstico de nueva generación, ¿cree que es un buen momento para evaluar el presente y el futuro de los esfuerzos en la investigación sobre el Alzheimer?
RESPUESTA.— Pienso que cualquier momento es bueno para examinar lo avanzado y revisar las muchas preguntas que están todavía abiertas respecto al Alzheimer. Y evidentemente, este momento en el que han aparecido nuevos fármacos potencialmente útiles, cuando hay una polémica abierta sobre cuál es la magnitud de su utilidad, cómo pueden incorporarse en la clínica cotidiana, cuáles y en qué condiciones van a ser aprobados, etc., es un momento de especial interés y atractivo tanto para los profesionales que estamos implicados en esta temática, como para el conjunto de la población y los afectados en particular.
P.— ¿Qué temas piensa que no deberían faltar en un simposio como Cerco al Alzheimer?
R.— A mi juicio, los temas que más interés y polémica generan son, sin duda, los nuevos tratamientos, su alcance y sus limitaciones, las expectativas que producen y la forma en que pueden ser aplicados. Esa es una cuestión de orden práctico de gran importancia, a la que habrá que dar respuesta necesariamente en el espacio de meses cuando la Agencia Europea tome alguna decisión similar o diferente a la adoptada por la FDA americana respecto al registro de estos dos fármacos que han mostrado una ligera eficacia clínica. Esa es una cuestión candente y de respuesta difícil. Y otro tema que es de actualidad, aunque ya se lleva años trabajando y discutiendo sobre él, son las nuevas herramientas diagnósticas que se están desarrollando y su aplicabilidad. También las expectativas que pueden suscitar y en qué medida pueden cambiar la forma de manejar en la clínica esta patología y otras similares. Y una cuestión que yo creo que es importante ahora, y probablemente lo ha sido siempre, es la de fijar nuestro concepto de la enfermedad de Alzheimer y su nosología. Es un problema no resuelto que subyace en la inmensa mayoría de las cuestiones prácticas a las que nos enfrentamos, como el diagnóstico, el manejo, el tratamiento y la determinación de en qué líneas de investigación se debe invertir más.
P.— ¿Por qué dice que es un problema no resuelto?
R.— Porque la enfermedad de Alzheimer es más heterogénea, compleja y polifacética de lo que habitualmente nos imaginamos. Creo incluso que hay muchos investigadores que trabajan con una nosología relativamente simple de esta enfermedad, y no es así. Se trata de una enfermedad heterogénea y probablemente estamos englobando bajo el concepto del Alzheimer pacientes diferentes, obviamente con similitudes y aspectos comunes relacionados, pero también con orígenes e incluso fisiopatologías diversas. Algo que ya es universalmente aceptado es que cuando examinamos los cerebros de los pacientes fallecidos con una enfermedad que hemos clasificado como Alzheimer, encontramos en el cerebro las lesiones características que hemos entendido hasta el momento como características de esa enfermedad, pero también otras muchas lesiones distintas. Por tanto, la realidad es que la mayoría de los pacientes con el cuadro clínico característico de demencia progresiva tipo Alzheimer presentan diversas lesiones patológicas como causas potenciales de su cuadro. Si decimos que la enfermedad de Alzheimer es la causa de demencia más común, es porque las lesiones que hemos definido como características de esta enfermedad son las que se encuentran con más frecuencia. Pero lo que habitualmente hallamos es una multiplicidad de lesiones, y esa cuestión y otras conexas están todavía por resolver.
P.— Usted ha participado en investigaciones como las realizadas con la molécula NP-12. ¿Dónde cree que está el futuro de la lucha contra esta enfermedad?
R.— El futuro inmediato está en mantener abiertas todas aquellas líneas de investigación y desarrollo terapéutico que ofrezcan expectativas verosímiles de utilidad. También debemos asumir que es probable que, al menos en un futuro inmediato, tengamos que avanzar paso a paso e ir encontrando diversos abordajes terapéuticos que aporten un quantum de eficiencia que pueda ser eventualmente concentrado en tratamientos múltiples. Lo ideal sería hallar el tratamiento que afronte la causa primaria de esta enfermedad. Pero no sabemos cuál es esa causa, ni si es única, y, por lo tanto, yo no veo en este momento cuál puede ser ese tratamiento ‘privilegiado’ del que quepa esperar un resultado sustancialmente mejor que los que hasta ahora hemos ido obteniendo con los pocos tratamientos que han mostrado eficacia. Dicho en sentido contrario, también cabría afirmar que los tratamientos de los que se está hablando en estos últimos meses, por más que hayan mostrado una cierta eficacia, no son el tratamiento definitivo para el Alzheimer, pues aunque pueden ofrecer un cierto beneficio, más bien ligero, no son la solución de la enfermedad. Ojalá encontremos uno que sea sustancialmente mejor.
P.— ¿Cree que podremos tener pronto herramientas de diagnóstico precoz del Alzheimer? ¿Qué opina de las investigaciones sobre biomarcadores en plasma?
R.— Pienso que sí, que los marcadores plasmáticos y otros sobre los que se está trabajando, como los de neuroimagen, retina, saliva, etc., pueden llevarnos a una redefinición de la enfermedad y conseguir por tanto que pueda ser más fácil de abordar con acciones de carácter diagnóstico, preventivo o terapéutico más eficaces. En ese momento la enfermedad de Alzheimer está definida fundamentalmente en base a los marcadores en líquido cefalorraquídeo y algunos de neuroimagen. Es posible que en un futuro esa definición se reajuste en base a marcadores periféricos; eso facilitaría el abordaje de la enfermedad desde cualquier perspectiva práctica.
P.— ¿Qué herramientas de estimulación cognitiva se pueden emplear en pacientes que se encuentren en una fase temprana?
R.— Se han examinado muchas acciones de estimulación cognitiva y la conclusión, en general, es que son intervenciones positivas con un efecto también muy ligero y poco generalizable. Cuando a un paciente en un estadio precoz de la enfermedad de Alzheimer se le estimula la memoria, proponiéndole tareas de memorización, se puede conseguir que su rendimiento mnésico mejore un poco. Aunque la generalización a otros aspectos del funcionamiento cognitivo es escasa y no hay, que yo conozca, ninguna herramienta de estimulación cognitiva que destaque de forma especial sobre el resto, cabe decir que normalmente para el paciente y el sujeto sano resulta conveniente mantener, incluso en edades avanzadas, una actividad cognitiva lo mayor posible y una interacción amplia, fluida y continua con su entorno personal, familiar y social. Por otra parte ya llevan varios años implementándose procedimientos de intervención multimodal, es decir, actuaciones con medidas de estimulación cognitiva, de actividad física, de control de factores de riesgo cardiovascular, dietéticos, etc. Cuando se pone en marcha un programa que incorpora todas estas herramientas, cada una de ellas ofrece un pequeño beneficio y el conjunto es claramente significativo y eficaz. Y esto, que sería aconsejable y deseable que se implantara en la mayor medida posible, nos dice que en la enfermedad de Alzheimer hay muchas teclas que tocar, infinidad de aspectos implicados en su génesis y en su progresión, y que medidas de intervención de este tipo pueden ser tan útiles como los fármacos con los que estamos trabajando en este momento.
P.— ¿Cree que podemos aspirar a un futuro en el que esté al menos controlada la enfermedad de Alzheimer?
R.— No es sólo que podamos, es que debemos aspirar y trabajar por ese futuro. Las dificultades son grandes. El de la enfermedad de Alzheimer y otras patologías relacionadas es un problema de orden social y sanitario de una magnitud enorme. Es obligación de todo el colectivo social tratar de encontrar soluciones, y yo creo que se conseguirá. Probablemente no será ni mañana ni pasado, tampoco en esta década —ojalá me equivoque— pero sí que avanzaremos y mejoraremos a base de diferentes herramientas. No sé si se resolverá, pero se irá mejorando porque cada vez la conoceremos mejor e iremos avanzando en su manejo y evitaremos algunos de los errores en los que quizá nos encontramos actualmente. Por otra parte, es un hecho ya constatado que la incidencia de la enfermedad está reduciéndose lentamente, al menos en los países desarrollados en los que se han podido realizar los estudios rigurosos para establecer este hecho. No sabemos con certeza cuáles puedan ser las causas, pero hay conjeturas razonables respecto: las mejoras en el entorno social y la calidad de vida, y las intervenciones de salud pública tienen un impacto sobre la incidencia de esta enfermedad.