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Alejandro Lucía: “Merece la pena que los oncólogos pierdan el miedo al ejercicio”

El catedrático e investigador senior de la Universidad Europea es uno de los participantes en el III Simposio de Ejercicio & Cáncer + Alimentación de Educa-Med
Alejandro Lucía, catedrático e investigador senior en la Universidad Europea.
Alejandro Lucía, catedrático e investigador senior en la Universidad Europea.

ÁNGEL SALGUERO

El ejercicio “fortalece el sistema inmune y disminuye la inflamación”, asegura a Educa-News Alejandro Lucía, catedrático e investigador senior en la Universidad Europea. Esa tesis será una de las que defenderá durante su ponencia en el III Simposio de Ejercicio & Cáncer + Alimentación impulsado por Educa-Med, que tendrá lugar el 28 de octubre en formato online y presencial.

Llamada IIISEC

PREGUNTA.— ¿Qué le parece esta iniciativa? ¿Cree que es ya el foro de referencia en este tema?

Llamada IIISEC

RESPUESTA.— Sí, pienso que las ediciones anteriores tuvieron bastante éxito y, además, los ponentes son muy buenos. Está claro que es un tema que interesa a muchos profesionales. El cáncer está a la orden del día. Son muchísimas enfermedades juntas bajo un mismo paraguas y con pronósticos muy diferentes. Y nos debemos a estas personas y debemos ayudarlas desde todos los puntos de vista, incluido el ejercicio. Nunca sobran el conocimiento ni los cursos, así que es una iniciativa bienvenida.

P.— ¿Por qué es importante celebrar un simposio de estas características? ¿Cree que los profesionales médicos necesitan tanta concienciación como los pacientes respecto a los beneficios del ejercicio?

R.— Vaya por delante que si hay unos médicos —y yo soy médico— que respeto y que me parecen muy buenos, sobre todo en este caso, son los oncólogos, porque creo que son médicos humildes. La oncología no es como la medicina cardiovascular, donde los fármacos son bastante eficientes. Aquí el enemigo son muchos enemigos a la vez con muchas caras y es complicado. Estamos sobrecargados y en general no hemos sabido colocar científicamente el ejercicio de forma satisfactoria. Todavía faltan evidencias, pero yo creo que sí que merece la pena que los oncólogos recomienden y sobre todo, que pierdan el miedo al ejercicio en general y a dogmas como que el ejercicio te va a inmunodeprimir o que es posible pasarte de ejercicio, porque no hay evidencia médica para ello.

P.— A día de hoy, ¿cuál es el consenso sobre lo que se puede lograr con el ejercicio?

R.— Sólo con el ejercicio no vamos a curar el cáncer, pero creo que podemos ayudar a que el paciente tenga mejor calidad de vida y que tolere mejor la toxicidad de los tratamientos. Por otra parte sí que es verdad que existe cada vez más evidencia de que la actividad física reduce el riesgo de padecer muchos tipos de cáncer. No todos, pero muchos. Y eso que el ejercicio parece el pariente pobre de la medicina. Cuando se ven titulares en prensa con un cardiólogo jefe de servicio diciendo que hacer ejercicio intenso es comprar papeletas para tener un infarto, eso hace un flaco favor a los profesionales del ejercicio. Está claro que hay que acumular muchas más evidencias médicas, pero hoy, por lo que sé, hay un miedo al ejercicio cuando el verdadero problema de salud no es pasarse,  sino que nadie hace lo suficiente, incluidos los enfermos de cáncer. Ese es el verdadero problema de salud.

P.— Resulta evidente también que es una cuestión de evaluar a los pacientes y determinar lo más adecuado en cada caso.

R.— Por ejemplo, nuestros ensayos con niños que padecen cáncer a veces suponen una cura de humildad total, porque hay ocasiones en las que están muy malitos, con trombosis u otros problemas, y posiblemente en ese momento no sea lo más recomendable hacer ejercicio. Pero en cualquier caso se trata de episodios agudos, y para eso tenemos simposios y cursos como este. El ejercicio tiene que estar pautado y supervisado, pero también hay que perderle el miedo. Nunca está contraindicado,  lo único es que hay que prescribirlo de una manera profesional, igual que los fármacos. Que yo sepa no te dan antraciclinas a cualquier dosis, ni todos los días, porque hay descansos entre dosis y dosis, y nadie está en contra de la quimioterapia. Pues lo mismo con el ejercicio.

P.— Su ponencia girará en torno a las bases moleculares de los beneficios del ejercicio en pacientes de cáncer. ¿Cuáles serán a grandes rasgos los puntos que va a tratar?

R.— Sobre todo, por qué el ejercicio puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer, las recurrencias y la mortalidad por el mismo. Y a mi modo de ver es principalmente por un beneficio a nivel del sistema inmune contra el cáncer, que —repito— no es la panacea tampoco y no resulta fácil de demostrar en laboratorio. Pero sí que hay evidencias bastante interesantes de que el ejercicio fortalece el sistema inmune y disminuye la inflamación, que es un factor desencadenante de bastantes tipos de cáncer porque muchos empiezan con una inflamación crónica. El ejercicio disminuye la inmunosenescencia, es decir, hace que nuestro sistema inmune siga más joven toda la vida y vigile el desarrollo de tumores. Y sobre todo, cuando realizamos una sesión de ejercicio, durante las horas posteriores al mismo el sistema inmune se vuelve especialmente potente y citotóxico contra el cáncer. Así que ¿por qué no aprovechar esas horas al día de forma repetida? En medicina cometemos el error de no tener en cuenta que el día son 24 horas. Por ejemplo, nos podemos hacer una analítica de sangre o medir la tensión arterial a las nueve, pero lo que lo que tiene valor de salud es la tensión arterial ambulatoria de 24 horas, la media. Pues bien, si haces ejercicio en esas cuatro horas posteriores tienes una tensión mucho más disminuida. Tras la actividad física, cuando el organismo está más sano, es cuando el sistema inmune se fortalece. El cuerpo se está adaptando al estrés del ejercicio y eso lo refuerza frente a estresores como el cáncer. Por ejemplo, el ejercicio calienta un poco los tumores, es decir, hace que haya más células inmunes infiltrando. Claro, en el laboratorio es difícil simularlo. Tenemos que poner un tumor en un ratón y comparar los que han hecho ejercicio con los que no, pero es muy interesante que haya más células inmunes. Uno de los expertos que también estará en el Simposio, Mariano Provencio, es una autoridad en inmunoterapia. Ha hecho un ensayo publicado en The New England Journal of Medicine y de hecho hay gente con cáncer de pulmón viviendo mucho más gracias a él. Pues, por ejemplo, se supone que la inmunoterapia puede funcionar aún mejor si el tumor tiene precisamente más células inmunes atrapadas ahí, pues lo que hace la inmunoterapia es liberarlas, pero primero tienen que estar en el tumor.

P.— ¿Habría que subrayar que el ejercicio puede tener no sólo un efecto terapéutico sino también preventivo?

R.— Eso es a lo que parece apuntar la evidencia de manera muy clara e independientemente de otros factores de riesgo como obesidad o sobrepeso, tabaquismo o, por ejemplo, tomar la píldora en algún tipo de cáncer femenino. Parece que el ejercicio puede disminuir entre un 10 y un 20% el riesgo de muchos de los tumores más prevalentes, lo cual me parece un muy buen dato.

P.— ¿Cómo ve el estado de las investigaciones en España respecto a otros países del entorno?

R.— Creo que en España hay excelentes profesionales en ciencias del deporte. Además estamos muy bien en investigación y sobre todo en oncología general. Hace años había gente que se iba a Estados Unidos a curarse del cáncer, pero ahora ya nunca lo verás. Pienso que, sobre todo en Madrid, tenemos centros de referencia mundial. No creo que ningún niño con cáncer se cure mejor en otro hospital del mundo que en La Paz o que en el Niño Jesús.

P.— ¿Piensa que en un futuro próximo contaremos con estudios de peso que demuestren los beneficios del ejercicio?

R.— Sí, aunque vamos acumulando la evidencia ladrillo a ladrillo. Pero sí que los hay y, desde mi humildad, sueño con hacer alguno. De hecho, para cuando el Simposio, tendremos un artículo en revisión en una revista muy buena, Nature Reviews Immunology. Ahí he aprendido mucho y hay que ver lo que podemos seguir haciendo. Es verdad que debemos ser un poco humildes, porque los avances son lentos, pero lo que creo que hace falta sobre todo es prevención. Me parece que animar a la gente a que siga un estilo de vida activo está muy bien. Y esto no es curarlo, pero yo he estado en sitios como Copenhague, por ejemplo, donde me decían muy contentos que tenían personas con cáncer avanzado que estaban haciendo ejercicio hasta el último día de su vida. Me parece algo valioso.

P.— ¿Le parece que nos enfrentamos a una epidemia de sedentarismo?

R.— Sí, existe una epidemia y, lo que es peor, especialmente entre los más jóvenes. Ahora la actividad física ya no forma parte de nuestra vida como antes y es muy fácil ser sedentario. Es un problema de salud. Además, por la razón que sea, existe miedo al ejercicio intenso entre los médicos en general, que siempre los defenderé, pero parece que están igual de preocupados de que su paciente no se pase o que se quede corto. Y yo creo que el problema de salud es que se queda corto, porque si alguien se pasa son los que están ahora haciendo el Tour de Francia. Y les hemos estudiado las coronarias a gente que ha ganado el Tour y estaban perfectos.

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