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Antonio Sánchez Soblechero: “La mayoría de los ictus son prevenibles con un estilo de vida saludable”

El ictus, una de las principales causas de mortalidad y discapacidad en España, afecta a unas 110.000-120.000 anualmente, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Aunque se han logrado avances en su tratamiento, la incidencia sigue creciendo en una población cada vez más envejecida. En esta entrevista, el Dr. Antonio Sánchez Soblechero, neurólogo del Hospital Gregorio Marañón, aborda las claves para la prevención del ictus, la importancia de reconocer sus síntomas a tiempo y los tratamientos más prometedores. Destaca también la relevancia de la formación médica continua, como la ofrecida por Educa-Med en los “Cursos de Actualización basados en el texto Harrison”, para optimizar el manejo de enfermedades neurológicas.

Educanews.- ¿Es posible prevenir los accidentes cardiovasculares y, más en concreto, un ictus? ¿Se ha percibido alguna tendencia significativa en los últimos años?

Antonio Sánchez Soblechero.- En los últimos años, se han conseguido avances relevantes en el manejo terapéutico del ictus, lo cual ha permitido disminuir la mortalidad y discapacidad. Sin embargo, las estimaciones más recientes sugieren que la incidencia continuará aumentando en los próximos años. 

Aunque la edad es un factor de riesgo no modificable que contribuye al aumento de la incidencia, la mayoría de los ictus son prevenibles siguiendo un estilo de vida sano, centrado en atenuar el efecto de los factores de riesgo modificables. Esto conlleva una dieta mediterránea baja en sal, evitar el sedentarismo mediante la práctica regular de ejercicio físico, evitar el consumo de tabaco y alcohol, la obesidad abdominal y controlar los factores de riesgo vascular (hipertensión arterial, hipercolesterolemia o diabetes mellitus), incluso antes de que aparezcan. Las personas que han sufrido un ictus tienen un mayor riesgo de recurrencia, por lo que es fundamental insistir en el control de estos factores de riesgo, acompañado de un tratamiento farmacológico adecuado.

Curso Trastornos neurologicos

Solo un 50% de la población sabría reconocer los síntomas de un ictus isquémico, por lo que impulsar el conocimiento de esta enfermedad entre la población es algo esencial. ¿Cuáles son los síntomas y los factores de riesgo más frecuentes?  

Los síntomas del ictus ocurren de manera brusca, y su rápido reconocimiento permite ofrecer un tratamiento precoz, con mejores perspectivas de recuperación. Los síntomas son variables en cada paciente, y en ocasiones pueden aparecer varios al mismo tiempo. Los principales son la pérdida brusca de fuerza o de sensibilidad en alguna parte del cuerpo, que generalmente afecta a la cara, el brazo y la pierna de un mismo lado. También la dificultad repentina para hablar, entender o expresarse, o la aparición brusca de visión doble, pérdida de visión en un solo ojo o en un campo visual (implica la dificultad para percibir objetos en uno de los lados del campo visual), o desviación de la mirada. Por otro lado, también la dificultad para caminar, para mantener el equilibrio o para coordinar alguna extremidad, de inicio repentino, son signos sugerentes de ictus. Otro síntoma es el dolor de cabeza muy intenso, generalmente asociado a alguno de los síntomas anteriores, o la disminución brusca del nivel de consciencia. 

Como comentábamos anteriormente, los principales factores de riesgo de ictus son los vinculados a los factores de riesgo cardiovascular: la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, el hipercolesterolemia, la obesidad y sedentarismo, el tabaquismo o el consumo de alcohol. La edad también es un factor de riesgo, dado que, aunque un ictus puede suceder a cualquier edad, la incidencia aumenta considerablemente a partir de los 60 años. La fibrilación auricular y otras arritmias, especialmente si no reciben tratamiento adecuado, también son factores de riesgo frecuentes de ictus.

¿Qué nuevos tratamientos o enfoques terapéuticos han demostrado ser más eficaces en la atención del ictus?

En nuestro país se han realizado numerosos avances en los últimos años para mejorar el manejo del ictus agudo. En muchos hospitales se han creado unidades de ictus especializadas, lo que ha permitido mejorar los cuidados de estos pacientes durante las primeras 48 horas tras el ictus, un periodo crucial.

Además, se han generado protocolos de derivación directa a los hospitales que pueden ofrecer tratamientos de reperfusión (fibrinólisis o trombectomía) desde el momento en que el primer sanitario sospecha que el paciente está padeciendo un ictus. Gracias a esto, se han reducido significativamente los tiempos para iniciar el tratamiento.

Existen dos opciones terapéuticas que han transformado el manejo del ictus en los últimos años: la fibrinólisis intravenosa y la trombectomía mecánica. Gracias a estos tratamientos, la tasa de recuperación total o parcial tras un ictus ha aumentado considerablemente.

En los últimos años, se ha extendido a su vez la ventana terapéutica para ofrecer estos tratamientos en un rango más amplio de horas, en el caso de que las imágenes radiológicas sugieran que el daño cerebral no está establecido aún. Además, gracias al desarrollo de nuevos dispositivos, se consigue extraer el trombo de arterias más pequeñas y de difícil acceso. Sin embargo, muchos pacientes no pueden acceder a estos tratamientos debido al tipo de ictus, al tiempo de evolución, a la localización del trombo, al grado previo de dependencia o a patologías que contraindiquen el uso de fibrinolíticos. Esto no implica que no se les ofrezca tratamiento. En el momento agudo, se llevará a cabo un tratamiento médico y se optimizarán todas las circunstancias que puedan empeorar su pronóstico en las primeras horas.

Según el Observatorio del Ictus, sólo un tercio de los pacientes se recupera satisfactoriamente, otro tercio fallece y otro queda con secuelas graves ¿Qué papel juega la rehabilitación en la recuperación de los pacientes que han sufrido un ictus?

El papel de la rehabilitación en el ictus es fundamental. Hay pacientes que, debido a la zona del cerebro afectada, presentan mayores dificultades en la comprensión de los ejercicios de rehabilitación o en el reconocimiento de alguna parte de su cuerpo. Sin embargo, en todos ellos se debe intentar llevar a cabo una rehabilitación en las primeras semanas tras el ictus, con el objetivo de recuperar la máxima funcionalidad, la cual será muy variable según cada paciente (volver a caminar, aunque sea con apoyo; lograr independencia en las actividades diarias, etc.). Algunos pacientes también precisarán rehabilitación del lenguaje (logopedia) o terapia ocupacional.

¿Desde el ámbito de la neurología, cómo colaboran con otros especialistas (como cardiólogos, fisioterapeutas y neuropsicólogos) en el manejo de pacientes con ictus?

El manejo del ictus es multidisciplinar. Desde el momento en que el paciente sufre un ictus, existe un trabajo coordinado de varios especialistas, con el neurólogo como eje central y coordinador.

Los profesionales sanitarios de emergencias extrahospitalarias detectan los signos de ictus, estabilizan al paciente y lo trasladan al hospital que pueda ofrecer el tratamiento más adecuado. Al llegar al hospital, el personal de enfermería, los técnicos de radiología y los celadores llevan a cabo sus actividades con la mayor premura para evitar demoras en el manejo de estos pacientes. Los radiólogos interpretan las pruebas radiológicas en el momento agudo, lo que permite seleccionar el tratamiento más adecuado para cada paciente. En caso de que sea posible realizar una trombectomía mecánica, en la mayoría de los centros, el procedimiento lo lleva a cabo un neurorradiólogo intervencionista; sin embargo, en algunos hospitales, también lo realizan algunos neurólogos.

Los anestesistas participan controlando las constantes vitales del paciente durante este procedimiento. Si el paciente presenta dificultad en el manejo de la vía aérea, las unidades de cuidados intensivos proporcionan el soporte vital necesario. 

Los cardiólogos realizan e interpretan algunas pruebas para buscar la causa del ictus (ecocardiograma, Holter, etc.). Los rehabilitadores valoran la situación clínica del paciente tras haber sufrido un ictus e indican el tratamiento más adecuado. Los fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales participan activamente en la rehabilitación de estos pacientes. Los trabajadores sociales ayudan al paciente y a sus familias a encontrar el recurso sanitario óptimo para favorecer la recuperación del paciente. Y, por supuesto, los médicos de atención primaria tienen un papel proactivo tanto en la prevención primaria como secundaria del ictus.

¿Qué áreas de investigación en neurología le parecen más prometedoras para el futuro en el tratamiento y prevención del ictus?

Para el manejo agudo del ictus existen estudios que buscan moléculas neuroprotectoras o células madre que, administradas en el momento agudo, puedan disminuir las secuelas en el paciente que sufre un ictus. En el caso de ictus hemorrágico subsidiario de tratamiento quirúrgico, se intentan diseñar dispositivos quirúrgicos poco invasivos.

En la prevención secundaria, es decir, cuando se quiere evitar que el paciente sufra un nuevo ictus, se buscan cada vez fármacos más eficaces en la reducción de las cifras de colesterol LDL. Actualmente, también hay varios ensayos clínicos en marcha con terapias antitrombóticas que pretenden mejorar la prevención secundaria de algunos subtipos de ictus.

Curso Trastornos neurologicos

Educa-Med ha ampliado su oferta académica dirigida a profesionales sanitarios con los nuevos Cursos de actualización en formación médica continuada basados en el texto Harrison. Háblenos del objetivo de esta formación y del curso que usted imparte dentro del área de neurología: “Enfermedades Vasculares, Epilepsia y Esclerosis Múltiple”.

El objetivo de este curso es actualizar a los profesionales sanitarios de cualquier área en el manejo de estas patologías, especialmente aquellos que no tratan a estos pacientes a diario y que tienen interés en aprender sobre los nuevos avances diagnósticos y terapéuticos, así como los procesos fisiopatológicos y la epidemiología, entre otros. La base para ello es la última actualización del texto “Harrison”, lo que nos sugiere el rigor científico y el grado de novedad que habitualmente se incluye en él. Se ha preparado un video explicativo con los conceptos más importantes, un debate científico sobre un caso clínico complejo entre dos expertos en la materia y, por supuesto, el contenido en texto de los capítulos específicos de “Harrison”

¿Cree que la comunidad médica puede mejorar a través de este tipo de formaciones la atención a pacientes con ictus en el futuro?

Sin duda. Renovar el conocimiento sobre un determinado tema a través de recursos actualizados, tanto visuales como escritos, proporcionados por profesionales sanitarios bien formados y concienciados con el tema, puede ayudar a retener los conceptos clave del manejo de esta patología.

En el proceso diagnóstico y terapéutico del ictus no solo participan los neurólogos, sino muchos especialistas, como hemos comentado. Además, al ser una patología tan frecuente, es nuestra obligación hacer campañas de concienciación social en el reconocimiento de la patología aguda y en la prevención del ictus. Esto es extensible a cualquier profesional sanitario, que, con un consejo verbal o escrito, puede influir en el paciente; y con un manejo óptimo de las comorbilidades puede reducir el riesgo de incidencia o recurrencia de ictus. 

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