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Azucena Santillán-García: “Las enfermeras deben realizar investigaciones pero también leerlas y aplicarlas en su día a día”

Considerada una de las 100 mejores enfermeras del mundo, participa en las jornadas de expertos de Educa-Med con una lectura crítica de la literatura científica enfermera
Azucena Santillán-García: “Las enfermeras deben realizar investigaciones pero también leerlas y aplicarlas en su día a día”
Azucena Santillán-García, enfermera en el Hospital Universitario de Burgos.

La labor que Azucena Santillán-García desarrolla dentro y fuera del Hospital Universitario de Burgos le ha valido para situarse entre las 100 mejores enfermeras del mundo, según la organización Women in Global Health. Firme defensora de la enfermería basada en la evidencia, es la protagonista de una jornada de expertos en Educa-Med en la que propone una ‘Lectura crítica de la literatura científica enfermera’.

PREGUNTA.— ¿Cuáles son los puntos principales que aborda en la Jornada de Expertos?

RESPUESTA.— Profundizo en la importancia de conocer la literatura científica que se publica en enfermería. Pero no sólo de conocerla, sino de saber valorarla críticamente para distinguir cuáles son las investigaciones que pueden tener un impacto en la población que cuidamos, tanto por su calidad como por su validez. Es importante desarrollar habilidades de lectura crítica porque hoy en día han aumentado exponencialmente las publicaciones científicas, y resulta más necesario que nunca poder dirimir cuándo una publicación tiene suficiente calidad y validez y cuándo no. Durante la pandemia esto se ha puesto muy de manifiesto en el momento en que los medios de comunicación daban mucha repercusión a publicaciones preclínicas, resultados preliminares o estudios que no estaban revisados y se tomaban como ciertas y creaban confusión. Existen también las revistas ‘predatory’, que se denominan así porque de científicas tienen poco, ya que lo único que buscan es publicar rápido a costo elevado y sin ningún tipo de rigor científico. Las enfermeras tenemos que huir de ellas porque no tienen garantías de calidad.

P.— ¿Cómo explicaría en pocas palabras lo que entiende por “enfermería basada en la evidencia”?

R.— Es cuidar utilizando los resultados de las investigaciones, con rigor científico. En lugar de emplear la costumbre, o el ‘siempre se ha hecho así’, se utilizan los datos y la ciencia.  

P.— ¿Qué dificultades encuentran las enfermeras a la hora de dedicarse a investigar?

R.— Las barreras son las mismas desde hace bastante tiempo, lo cual es preocupante porque significa que no avanzamos. Esas barreras son falta de tiempo, falta de recursos y falta de apoyo. Antes también nos podíamos quejar de falta de formación, pero ahora eso ya no es así porque desde que hemos llegado al máximo desarrollo académico, que es el doctorado, las enfermeras que se quieren formar en investigación pueden hacerlo perfectamente a través de la Universidad o de la formación continuada. Además, aunque es interesante que las enfermeras investiguen, lo es aún más que consuman investigación, que la lean, la utilicen y la lleven a su día a día.

P.— ¿Cómo le han servido esos principios a la hora de afrontar la pandemia? ¿Cuál ha sido su experiencia desde marzo de 2020?

R.— No la viví en primera fila en una UCI, porque las enfermeras tenemos muchos campos de actuación más allá de los cuidados intensivos. Y mi campo de actuación fue la síntesis a velocidades elevadísimas de la literatura científica y de los datos que iban saliendo sobre el coronavirus, su transmisión y las formas de evitar la propagación. Durante la pandemia me he podido dar cuenta en primera persona de cómo al principio pasamos de tener cero datos a que en poco tiempo proliferaran las publicaciones, muchas de ellas sin rigor ni calidad. Era muy complicada la síntesis de evidencia para luego poder trasladarla a nuestro día a día. Estoy hablando del tratamiento del coronavirus, de la transmisión, de si hay que usar o no la mascarilla y de qué tipo, cómo evitamos su propagación… En verano se descubrió ya que el coronavirus se transmitía a través del aire y de aerosoles, y la pelea fue intentar divulgar a la población y a los políticos qué suponía esta vía de contagio. Porque las mejores medidas para frenar la propagación serían ventilar los espacios cerrados, que es donde se condensa el coronavirus, favorecer las actividades al aire libre, y así evitar intervenciones con bajo valor como cerrar los parques infantiles al aire libre, fumigar las calles, etc. Y es que con lo que cuesta crear el conocimiento, sintetizarlo y ponerlo al alcance de la mano de quien tiene que tomar decisiones, resulta muy frustrante que no te hagan caso.

P.— ¿Cree que los pacientes han aprendido a valorar en estos dos años la labor de las enfermeras?

R.— Toda la sociedad se ha visto muy afectada por la pandemia, y no sólo por el efecto de la infección del coronavirus, sino también a nivel social y económico. El impacto sobre toda la población ha sido tremendo. Quizá si haya habido un reconocimiento a las enfermeras, pero me gustaría más que hubiese sido un reconocimiento real que luego se plasmase en acciones reales, sobre todo por parte de la Administración. Lo que no entiendo es como hemos pasado en dos años de ser aplaudidos en las ventanas a ser abucheados en los centros de salud porque no damos abasto para hacer PCR, o porque la cola de la vacunación era muy larga. Estas escenas no se han visto en toda España, por supuesto, pero que te llamen ‘genocida’ al final es duro. Quiero pensar de todas formas que la mayor parte de la población es consciente del trabajo que han desarrollado todos los profesionales sanitarios, pero la que no lo ha reconocido es la Administración. En todos los hospitales de España a las enfermeras se les deben infinidad de horas porque doblan, no pueden tomar vacaciones cuando quieren ni coger días libres… y no se refuerza para nada la Sanidad pública. Es frustrante porque cuando hubo que dar un paso adelante se dio, sin importar tu seguridad, y luego duele la actitud de la Administración.

P.— Diversos estudios recientes hablan del desgaste psicológico de los profesionales sanitarios tras tantos meses asediados por el covid. ¿Qué haría falta para abordar este problema?

R.— En primer lugar habría que mejorar sus condiciones laborales, y no me refiero a subirles de repente el sueldo o pagarles como a los futbolistas. Me refiero a respetar sus momentos de descanso, a que tengan acceso a formación para que puedan trabajar de forma segura y a medios adecuados. También ayudaría mucho si los representantes de los trabajadores sanitarios nos representaran de verdad, que hiciesen de interlocutores con quienes toman decisiones para lograr cambios efectivos en la gestión de la pandemia. Y tal vez una campaña de comunicación a la población en la que se den mensajes claros y basados en conocimiento científico, porque la gente está muy aburrida de tantas medidas contradictorias.

P.— ¿Qué supone para usted haber sido considerada una de las 100 mejores enfermeras del mundo por la organización Women in Global Health?

R.— Me supuso una satisfacción muy grande a nivel personal, pero también por el hecho de que hubiera representación de las enfermeras españolas, porque creo que somos profesionales muy bien cualificadas. Es un reconocimiento a unos años de trabajo invisible y que te anima a seguir en esa dirección.

P.— Usted mantiene desde hace años un blog muy didáctico para enfermeras. ¿Cuáles son las principales satisfacciones que le ha aportado esta labor?

R.— La comunidad que se ha creado en torno al blog, la gente que he conocido, porque al final todos hemos sumado. Se han generado sinergias maravillosas gracias a las cuales he formado parte de grupos de investigación, he ayudado a gente que luego me ha ayudado a mí… Personalmente me ha supuesto muchísimas satisfacciones por todas las oportunidades que me ha dado. Pero luego, también ha sido un recurso que ha sido muy valorado y utilizado, especialmente en Latinoamérica porque allí tienen más difícil el acceso a recursos online que sean gratuitos y en español.

P.— Otro de los formatos que se ha consolidado durante la pandemia ha sido el de la formación online. ¿Cree que puede ser un recurso de futuro para las enfermeras y el resto de profesionales sanitarios?

R.— Sí, aunque hay que darle una pensada. Los recursos online son muy didácticos, pero tienen que ir muy bien dirigidos. Sabíamos que era una vía muy interesante por el tema de la conciliación: las enfermeras somos un colectivo mayoritariamente femenino, lo que supone ser cuidadoras dentro y fuera de casa, y trabajamos a turnos. Por ello el formato online nos facilita mucho el acceso a la formación, pero debe estar bien gestionado porque si no podemos sufrir también una saturación online. Durante la pandemia ha sucedido que a veces teníamos varios seminarios telemáticos a la vez y eso ha generado una especie de síndrome de fatiga por videoconferencia. También hay que cuidar mucho cómo se va a hacer. No puede ser que sea simplemente un montón de PDFs que descargar y unas preguntas para contestar porque se pierde la esencia.

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