Sara Bañón: «En España son muy pocos los pacientes de cáncer que tienen a su disposición un soporte nutricional»
La doctora y cofundadora del Instituto Biomédico de Nutrición y Salud es una de las participantes en el congreso ‘Giro 360º al Cáncer de Próstata’
ÁNGEL SALGUERO
La doctora Sara Bañón Escandell, cofundadora del Instituto Biomédico de Nutrición y Salud (Ibions), está convencida de que aún falta mucha información entre la población general y los pacientes de cáncer sobre los beneficios para la salud de un régimen adecuado de alimentación. Es una de las razones que le ha llevado a involucrarse en la aventura de Ibions y también a participar el próximo 18 de noviembre en el congreso ‘Giro 360º al Cáncer de Próstata’, un encuentro multidisciplinar que examina la enfermedad y sus tratamientos desde distintos enfoques.
PREGUNTA.— ¿Cómo nace Ibions y cuáles son los principales propósitos que se han marcado?
RESPUESTA.— Soy médico internista y en el día a día del hospital veía la poca importancia que se le otorgaba a la nutrición en los tratamientos. Yo sabía de la evidencia científica que existía en el campo de la nutrición y todo lo que podía ayudar a los pacientes, así que decidí junto con Julio [Madrigal Matute] dar el paso de hacer algo para que eso cambiara. Además también habían diagnosticado cáncer de mama a una de mis mejores amigas, y ahí sí que ya me metí de pleno en el tema trabajando con ella, y los cambios le fue muy bien. Desde ese momento empezó a contactarme más gente y vi que había una necesidad real, que los pacientes lo pedían y se les podía ayudar mucho, y ahí fue cuando dimos el paso. Nosotros nacimos con el objetivo fundamental de ayudar a los pacientes desde la parte de la nutrición, complementando sus tratamientos hospitalarios. Pero nuestro objetivo final es que esto sea una herramienta terapéutica que se emplee dentro de los hospitales, como se utilizan la quimioterapia, la radioterapia, la cirugía o el resto de tratamientos hospitalarios, para que todos los pacientes puedan beneficiarse de ello.
P.— Este congreso sobre cáncer de próstata tiene la virtud de incluir las perspectivas de profesionales de distintos ámbitos. ¿Le parece que es una buena oportunidad para intercambiar experiencias y encontrar vías de colaboración?
R.— Muchas veces los congresos médicos se limitan a la parte farmacológica, a las intervenciones quirúrgicas o de radioterapia. Pero todos estos tratamientos, como la nutrición, el ejercicio físico o el abordaje psicológico del paciente, no se suelen tratar y creo que es fundamental. Sobre todo para que los médicos que trabajan dentro del hospital conozcan la evidencia que existe en esos campos y cómo puede ayudar también a sus pacientes. Y al revés, también para que quienes nos dedicamos más a la parte de la nutrición y el ejercicio, veamos los aspectos más clínicos. Creo que es un muy buen encuentro también para intercambiar experiencias más allá de conocer la evidencia científica. También para saber cuál es la experiencia real de las personas que trabajamos con los pacientes e intercambiar dichas experiencias. Y de ahí pueden surgir muchas colaboraciones para desarrollar nuevos ensayos clínicos en los que podamos utilizar todas estas herramientas
P.— ¿Cree que en España aún no se da un soporte nutricional básico a los enfermos de cáncer?
R.— De forma global no. Es cierto que hay algunos centros que sí tienen ese servicio un poco más instaurado, pero son muy pocos los pacientes que se pueden beneficiar de ello. En general, actualmente en España, en lo que respecta a la parte nutricional —que es la que me toca a mí— se ofrece un servicio muy paliativo, destinado a pacientes que ya tienen una desnutrición instaurada o que se prevé que vayan a tenerla, ya que padecen cánceres de cabeza y cuello que van a dificultar la ingesta. Lo que nosotros proponemos es que todos los pacientes reciban un consejo nutricional adaptado a su tipo de tumor, que haga que los tratamientos sean más efectivos y que su calidad de vida mejore, que sufran menos efectos secundarios y que después también tengan menor riesgo de recidivas de su enfermedad.
P.— ¿Echa de menos más campañas de concienciación sobre hábitos alimenticios?
R.— Entre este tipo de pacientes y en la población general falta mucha información. Uno de nuestros objetivos es realizar esa divulgación de evidencia científica que existe a nivel de laboratorio y de estudios clínicos, de forma que llegue a la población general para que sepa lo que hay y pueda tomar sus decisiones. Es muy importante, por un lado, que se conciencie desde el hospital y, además, promover este tipo de reuniones en las que estemos todos los profesionales a cargo de los pacientes oncológicos, de modo que sepamos lo que hay para poder llevar a cabo esa divulgación y esas campañas sobre hábitos de vida que pueden aportar tanto a un paciente.
P.— ¿Es la obesidad un factor de riesgo clave para el cáncer de próstata?
R.— La obesidad es un factor de riesgo para muchos tipos de cáncer. En el caso concreto de la próstata es un factor de riesgo para desarrollar tumores más agresivos y aumentar la mortalidad. Es decir, cuando un hombre desarrolla cáncer de próstata, si está obeso, va a tener mucho más riesgo de que su cáncer vaya a peor. En ese sentido es donde yo también creo que se tienen que desarrollar estrategias preventivas.
P.— ¿Qué alimentos deberían evitarse para reducir la posibilidad de contraer la enfermedad o de agravarla?
R.— En general se trata de recomendaciones muy generales, porque es difícil detectar cosas concretas, pero habría que suprimir alimentos ultraprocesados, azúcares, carnes rojas y alcohol. Y luego, entrando más específicamente en el cáncer de próstata, existe algo de evidencia que nos lleva a pensar que también una ingesta muy elevada de lácteos y calcio puede aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad. Son datos que evidentemente hay que poner muy en contexto a la hora de dar una recomendación personalizada a un paciente, pero es lo que nos dice la evidencia. Eso sí, no es aún una evidencia muy grande, pero sí que parece que una ingesta muy excesiva de lácteos se puede relacionar con un poquito más de riesgo de desarrollar cáncer de próstata.
P.— ¿Cuál sería la dieta más efectiva para un paciente de cáncer de próstata?
R.— Hay estudios muy interesantes en los que se ha visto que si a una alimentación basada en vegetales —es decir, frutas, verduras, hortalizas, legumbres y cereales integrales—se añade ejercicio físico y estrategias de abordaje del estrés, podemos hacer que la enfermedad progrese más lentamente y que quizá no se lleguen a desarrollar tumores que produzcan problemas o puedan tener un riesgo de mortalidad. También hay cada vez más estudios que argumentan que el licopeno, que está, por ejemplo, en el tomate, sí puede lograr también que pacientes con cáncer de próstata tengan una mejor evolución.
P.— ¿Es muy difícil cambiar los hábitos de los pacientes?
R.— Depende en cierta medida de dónde parta la persona y de la motivación que tenga. Yo creo que la motivación inicial es fundamental y evidentemente cuando te diagnostican cáncer, probablemente tu motivación vaya a aumentar muchísimo hacia buscar estrategias que hagan que tu enfermedad transcurra mejor o que mejoren tu estado, pero aun así resulta complicado. Muchas veces lo que vemos es que al principio resulta muy sencillo: Tú haces la intervención nutricional y los primeros dos o tres meses es fácil porque estás muy asustado y haces todo lo que haga falta. Sin embargo, mantener esos hábitos en el largo plazo es muy difícil. Y ahí lo que nosotros también tratamos de hacer es acompañar al paciente, detectar qué obstáculos está teniendo para mantener esos cambios. Y con frecuencia son las reuniones sociales o la familia que nos acompaña en ese cambio. En España no tenemos una alimentación adecuada, de hecho sólo un 12% de la población española come una alimentación mediterránea con lo cual, cuando vives en sociedad, resulta muy difícil llevar a cabo un cambio tú solo. Habría que cambiar mucho la sociedad para que estos ajustes en los hábitos fueran más sencillos. Por eso las estrategias nutricionales que se asocian también con ejercicio físico y con estrategias psicológicas han demostrado ser más efectivas, y es que al final tienes ahí un refuerzo mayor para mantener el cambio.
P.— ¿Es imprescindible por tanto que pacientes y supervivientes combinen la dieta con un régimen de ejercicio?
R.— No es que sea imprescindible. Está claro que cualquier cosa que hagamos para cambiar algo y mejorar nos va a ayudar. Pero sí que es cierto que los datos nos dicen que cuando combinamos la dieta, el ejercicio y una gestión del estrés psicológico, el mindfulness, no es que todo ello sume, sino que multiplica el efecto. Por lo tanto tenemos que ir hacia el abordaje integral del paciente.