Las múltiples formas en que el ejercicio beneficia el cuerpo y la mente
La actividad física puede ser un gran complemento en el tratamiento del cáncer y las enfermedades cardiovasculares y ayudar a aliviar trastornos depresivos y de ansiedad. Educa-Med es pionera en difundir la evidencia científica que lo respalda
E. M.
«Todas las partes del cuerpo, utilizadas con moderación y ejercitadas en trabajos a los que cada una esté acostumbrada, se tornan saludables y bien desarrolladas y envejecen más lento. Pero si no se utilizan y se dejan inactivas, se vuelven propensas a las enfermedades, tienen un crecimiento deficiente y envejecen con rapidez».
Así se expresaba, en el siglo V antes de Cristo, el pionero de la medicina moderna Hipócrates. Más de dos mil años después, innumerables artículos científicos y la propia experiencia de los médicos le dan la razón, demostrando que el ejercicio practicado de forma regular protege la salud y puede retrasar la aparición de hasta 40 enfermedades o afecciones crónicas.
Aun así, todavía queda camino por recorrer. «Está claro que hay que acumular muchas más evidencias», explica el investigador Alejandro Lucía, «pero hoy por hoy, por lo que sé, hay un miedo al ejercicio cuando el verdadero problema de salud no es pasarse, sino que nadie hace lo suficiente». Prueba de ello es que la incidencia del cáncer en menores de cincuenta años se ha incrementado un 80% en años recientes. Lo señala el también investigador Jonatan Ruiz, para quien los principales culpables son «el tabaco, el alcohol, los alimentos procesados y el sedentarismo».
Además, destaca el cardiólogo José Ramón González Juanatey, «una de las cosas que ha sucedido en España durante 2022, respecto a la situación pre pandemia, es que la mortalidad, también la cardiovascular, ha aumentado de forma significativa, alrededor de un 20%». Una de las principales razones, añade, son «los cambios en el estilo de vida, pues ya no se cuidan tanto aquellos que promueven la salud. Hace falta educar».
«Siete de cada diez españoles no hacen nada de ejercicio», afirma el preparador físico Mario Redondo. «Como profesionales tenemos que elevar el estándar y comunicar mejor» los efectos positivos sobre la salud de la actividad física.
Y esos beneficios cada vez son más evidentes.
En el año 2000, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) publicó su posicionamiento oficial en la revista científica Clinical & Traslational Oncology (CTO), asegurando que el ejercicio «previene el cáncer, controla la progresión de la enfermedad y mejora el funcionamiento físico y psicosocial de los pacientes». Un grupo de trabajo, del que formaba parte Alejandro Lucía junto a Soraya Casla, Miguel Ángel Seguí, Miguel Martín, Jordi Alfaro y Marina Pollán, proponía en ese artículo incorporar la actividad física en la rutina diaria de pacientes y médicos, e instaba a los profesionales sanitarios a prescribirla.
«El ejercicio puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer, las recurrencias y la mortalidad por el mismo», sostiene Alejandro Lucía. «Hay evidencias de que el ejercicio fortalece el sistema inmune y reduce la inflamación, que es un factor desencadenante de varios tipos de cáncer. El ejercicio disminuye la inmunosenescencia, es decir, hace que nuestro sistema inmune siga más joven toda la vida y vigile el desarrollo de tumores. Y sobre todo, cuando realizamos una sesión de ejercicio, durante las horas posteriores al mismo, el sistema inmune se vuelve especialmente potente y citotóxico contra el cáncer».
Estas y otras conclusiones han quedado plasmadas en un reciente artículo publicado en Nature Reviews Immunology bajo el título El efecto del ejercicio físico en la inmunidad anti cáncer y firmado —además de por el propio Lucía— por los investigadores Carmen Fiuza-Luces, Pedro L. Valenzuela, Beatriz G. Gálvez, Manuel Ramírez, Alejandro López-Soto y Richard J. Simpson. «La actividad física regular se asocia con una menor incidencia del cáncer y de mortalidad, así como con un menor índice de recurrencia de los tumores», argumentan. Asimismo señalan que, aunque están por definir «los mecanismos subyacentes a los efectos antitumorales del ejercicio», sí es probable una importante «mejora en la inmunovigilancia del cáncer, ya que el ejercicio estimula diferentes subtipos de células inmunitarias para infiltrarse en los tumores. También hay evidencia de que las células inmunes de la sangre extraída después de una sesión de ejercicio podrían usarse como terapia celular adoptiva para el cáncer».
La oncóloga Cristina Sánchez lo resume en una frase: «El ejercicio es salud desde el punto de vista global, a nivel cardiovascular y a nivel psicológico». Pero, añade, «hay un factor muy importante en oncología, que es el músculo. Cuando la enfermedad empieza a debilitar al paciente y pierde masa muscular, cuanto mayor sea esa pérdida, peor serán el pronóstico y la evolución. Esto sucede porque a nivel metabólico el músculo tiene una función muy importante como regulador de muchísimas actividades del organismo y, sobre todo, del metabolismo energético, para que ese paciente pueda afrontar la enfermedad. Pero también regula dos sistemas muy importantes en oncología que son el sistema inmune y el endocrino. El sistema inmune protege ya no sólo de infecciones sino también del desarrollo de enfermedades oncológicas y el sistema endocrino regula a nivel hormonal muchísimos cánceres que son hormonodependientes. Por lo tanto, tener una buena masa muscular y un buen equilibrio a nivel físico resulta fundamental».
Y en el caso específico de la mujer, como explica la oncóloga Blanca Segarra Vidal, el «beneficio extra del ejercicio» resulta vital en momentos puntuales como la menopausia, «cuando cambia muchísimo la composición corporal y el gasto energético disminuye. También para pacientes oncológicas: en el caso de muchas de las jóvenes que sufren una menopausia yatrogénica causada por los tratamientos, y otras con edades entre 50 y 60 años a quienes les coge en una etapa de declive emocional y físico, el ejercicio puede ayudar en cuanto a su momento vital hormonal y, sobre todo, servir como herramienta terapéutica. El ejercicio es medicina y no me cansaré de repetirlo».
Más allá del cáncer, «el ejercicio es la mejor polipíldora para prevenir la enfermedad cardiovascular», subraya José Ramón González Juanatey, «y un elemento clave en el tratamiento y la rehabilitación de los pacientes». El aspecto esencial que se debe considerar es «cómo se adapta el sistema cardiovascular a las distintas modalidades de actividad física, desde ejercicio de alto volumen al de alta intensidad. Pero no sólo lo que sucede en las arterias en el corazón, sino también los mecanismos a nivel molecular que justifican el efecto del ejercicio sobre el sistema cardiovascular».
Y es que, como explica otro estudio en Cardiovascular Research, «resulta ahora evidente que la actividad y el entrenamiento físico inducen una amplia gama de adaptaciones fisiológicas directas e indirectas y beneficios pleiotrópicos para la salud humana general y también para la cardiovascular. En general, los niveles más elevados de actividad física, entrenamiento y ‘fitness’ cardiorrespiratorio se relacionan con un riesgo reducido de enfermedad cardiovascular, incluido el infarto de miocardio».
Pero el ejercicio no sólo es positivo para el cuerpo. Ángela Ibáñez Cuadrado, jefa de servicio de Psiquiatría en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, pone también el énfasis en cómo la actividad física «mejora el bienestar, el funcionamiento en el día a día de los pacientes, los síntomas depresivos y las capacidades mentales como la memoria, la atención y las funciones ejecutivas, que son fundamentales para la recuperación total». Tanto es así, sostiene, que el ejercicio «puede suponer en algunos casos un tratamiento tan efectivo como los antidepresivos o la psicoterapia en los trastornos depresivos y de ansiedad, fundamentalmente cuanto se utilizan de manera combinada». En algunos casos, continúa Ibáñez, «los efectos serán más evidentes al incidir directamente sobre la propia fisiopatología de la enfermedad, pero en todos ellos se puede obtener una mejoría del bienestar físico y emocional y efectos beneficiosos sobre la calidad de vida».
En ese sentido, un artículo publicado en 2023 en la revista Molecular Psychiatry apunta a los «beneficios en la salud mental y antidepresivos» del ejercicio, incluso a pesar de que «aún no se entienden por completo» los mecanismos por los que produce ese efecto. La «evidencia clínica», añade este estudio, «respalda el uso del ejercicio para tratar la depresión. Por desgracia, el ejercicio sigue infrautilizado a pesar de ser una alternativa accesible y de bajo coste que puede a la vez reducir la depresión y mejorar la salud en general».
Educa-Med, pionera en la difusión de las ventajas del ejercicio
Desde su fundación, Educa-Med ha mantenido entre sus misiones principales comunicar y difundir toda la evidencia científica disponible sobre los beneficios del ejercicio como terapia no farmacológica para el cáncer y también para otras afecciones. Tras el éxito de la tercera edición del Simposio de Ejercicio & Cáncer + Alimentación, disponible a la carta en la plataforma online de la empresa, Educa-Med trabaja en la organización de nuevos eventos sobre ejercicio, salud cardiovascular y salud mental. Además, otros simposios como el dedicado al cáncer y mujer también harán hincapié en las ventajas de mantener un estilo de vida activo.
Asimismo Educa-Med prepara un proyecto de formación online centrado en el ejercicio, la salud y la alimentación. A través de emisiones mensuales de sesenta minutos, diferentes especialistas ofrecerán las claves y las últimas novedades e investigaciones sobre la actividad física y la nutrición en un contexto sanitario. Y en futuro planea añadir más contenidos sobre ejercicio y alimentación en relación con patologías como las enfermedades renales, endocrinológicas, cardiovasculares, oncológicas y reumáticas, entre otras. También sobre la actividad física, nutrición y salud en el caso de la mujer, la infancia y la adolescencia y las personas mayores.