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Teresa Alonso Gordoa: “La inmunoterapia es un pilar en el tratamiento del cáncer renal”

En el Día Mundial del Cáncer de Riñón, la oncóloga, especialista en cáncer genitourinario, analiza los cambios en el diagnóstico, tratamiento y supervivencia en esta enfermedad.
Teresa Alonso Gordoa, oncóloga médica del Hospital Ramón y Cajal

La Sociedad Española de Oncología Médica calcula que en 2024 se diagnosticarán en torno a 9.000 nuevos casos de cáncer de riñón o adenocarcinoma renal. Hoy, 20 de junio, se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Riñón. Con este motivo entrevistamos a la doctora Teresa Alonso Gordoa, miembro del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal y una de las ponentes del II Curso de Especialización en Cáncer Renal y de Vejiga promovido por Educa-Med. 

La incidencia de este tumor se ha incrementado en los últimos años, aunque también lo ha hecho la detección precoz. ¿Cuál es la evolución de la enfermedad desde este punto de vista? ¿Cómo se presenta en el momento del diagnóstico? 

La mayor parte de las veces el diagnóstico se realiza de forma casual porque el paciente se realiza alguna prueba en el contexto del estudio o seguimiento de otra patología. El mayor acceso a pruebas radiológicas ha permitido que se incremente la incidencia de este tumor en escenarios localizados. En estos casos, el tratamiento curativo es quirúrgico con cirugía parcial o total del riñón afecto. Para casos de más alto riesgo de recidiva desde el año pasado tenemos disponible en España el tratamiento con pembrolizumab, gracias a haber demostrado beneficio en retrasar la recaída y aportar beneficio en supervivencia global. La investigación en este escenario continúa para seguir mejorando estos resultados. 

Cuando la enfermedad es metastásica (30% de los nuevos diagnósticos y 30% de recaídas tras un tratamiento radical), los síntomas de aparición son muy diferentes. De hecho, clásicamente se ha llamado a este tumor como “el tumor del internista”, dada la variedad de síntomas o diagnósticos diferenciales que se plantean en el momento del diagnóstico de este tumor. El tratamiento se basa en actuar sobre la angiogénesis y los puntos de control inmune del tumor. 

La supervivencia de los pacientes de cáncer de riñón ha aumentado gracias a la detección precoz y los avances en los tratamientos. ¿En qué punto nos encontramos?

A pesar de no existir un programa de cribado para este tumor, es cierto que, por la generalización de pruebas diagnósticas para otros procesos, se ha incrementado la incidencia de la enfermedad localizada, en la que el abordaje quirúrgico, el tratamiento curativo, ha evolucionado hacia técnicas que permiten tratar tumores más avanzados y, a su vez, ser menos invasivas cuando no es necesario y conservar mayor parénquima renal para preservación de función. En aquellos pacientes en los que el diagnóstico es en el contexto de una enfermedad avanzada, el tratamiento se basa en actuar con fármacos antiangiogénicos e inmunoterapia. La secuencia y combinación de los mismos está permitiendo que algunos pacientes se conviertan en largos respondedores del tratamiento y duplicar la supervivencia que se reportaba hace menos de 10 años. Además, estas mejoras en la respuesta de los pacientes a los tratamientos también están permitiendo realizar cirugías de rescate, así como otras terapias locales (radioterapia, terapias ablativas) para consolidar de forma global la respuesta alcanzada. 

Entre los principales factores de riesgo del cáncer de riñón se encuentra la obesidad. ¿Cómo influye la nutrición tanto en la prevención como en el tratamiento?

Existen una serie de factores de riesgo no modificables como el ser varón, edad (a partir de los 60 años) o tener un familiar de primer grado diagnosticado de un cáncer renal, que incrementan el riesgo de padecer este tumor. Sin embargo, existen otros factores de riesgo modificables como son el hábito tabáquico, la hipertensión o la obesidad. En relación con este último, se estima que el cáncer renal ocupa el cuarto lugar en el análisis de casos oncológicos atribuibles al exceso de índice de masa corporal a nivel mundial. 

Por ello, unos hábitos de vida saludables que incluyen una adecuada alimentación son importantes en la prevención primaria de este cáncer. Además, durante el tratamiento, diferentes fármacos pueden inducir una pérdida de apetito, pérdida de peso y/o pérdida de masa muscular. Y todo ello, puede tener como secuela el empeoramiento de la fatiga y capacidad funcional. En este sentido, es importante llevar un control nutricional adecuado desde el principio, además de un ejercicio físico adaptado, para minimizar estos efectos secundarios y mejorar la tolerabilidad al tratamiento. 

La ablación percutánea es una técnica cada vez más extendida en el tratamiento de tumores renales. ¿Qué ventajas ofrece frente a otras alternativas y qué grado de efectividad tiene?

Uno de los avances en el cáncer renal ha sido la mejora en el abordaje quirúrgico y la incorporación de otras estrategias de tratamiento local como las terapias ablativas o la radioterapia. Es cierto que el tratamiento estándar continúa siendo el quirúrgico, pero estos nuevos tratamientos permiten ampliar las opciones de tratamiento en pacientes que no pueden ser sometidos a una cirugía (bien por comorbilidades del paciente o bien por cirugías previas que hacen que la lesión no sea abordable quirúrgicamente) o en los que sea importante conservar el máximo parénquima renal posible. Aunque el nivel de evidencia proviene de series retrospectivas o estudios de pequeño tamaño prospectivos, son opciones terapéuticas que debemos tener en cuenta y plantearlas en el seno de un equipo multidisciplinar. 

La inmunoterapia está logrando mejorar la supervivencia de muchos tipos de cáncer. ¿De qué forma está impactando en las terapias de los pacientes con cáncer renal?

La inmunoterapia es un pilar en el tratamiento del cáncer renal, tanto en el tratamiento adyuvante en pacientes operados de un tumor de riesgo intermedio o alto, a la primera línea de la enfermedad metastásica. 

En la enfermedad localizada, el tratamiento con inmunoterapia, en concreto pembrolizumab, ha demostrado un impacto en supervivencia libre de enfermedad y supervivencia global. 

En el caso de la enfermedad metastásica, la inmunoterapia sola o en combinación también ha conseguido grandes resultados mejorando la supervivencia global de los pacientes. Antes de la incorporación de estos tratamientos, la mediana de supervivencia global de estos pacientes era inferior a los 30 meses y, actualmente, superan los 50 meses. Además, de existir algunos pacientes, muy largos respondedores a este tratamiento a pesar de haberlo suspendido. Lo que añade grandes ventajas, prolongadas respuestas y excelente calidad de vida. 

El trabajo multidisciplinar entre especialistas en muy importante para la prevención de la enfermedad, como en la mejora de la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes. ¿Por qué?

Tal y como hemos visto, afortunadamente en los últimos años se han sumado nuevas opciones de tratamiento sistémico y local. Por ello, la secuencia terapéutica se ha vuelto más compleja y la individualización del tratamiento más importante. Para poder maximizar las opciones en cada paciente, los profesionales de las diferentes especialidades deben participar de las decisiones terapéuticas a lo largo de la historia de esta enfermedad. Para, con ello, conseguir el máximo beneficio en cada paciente. 

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