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Fernando Herrero: “Los pacientes de cáncer deben saber que su tratamiento no es sólo quimioterapia, radioterapia y cirugía”

El presidente de la Fundación GIAFyS sitúa la actividad física, la nutrición y el apoyo psicológico como las claves en las que basará su intervención en el III Simposio de Ejercicio & Cáncer + Alimentación que se celebra el 28 de octubre
Fernando Herrero Roman
Fernando Herrero Román, presidente de la Fundación GIAFyS.

ÁNGEL SALGUERO

Fernando Herrero Román es especialista en Medicina del Deporte y presidente de la Fundación GIAFyS (Grupo de Investigación en Actividad Física y Salud) de Miranda del Ebro, dedicada a promover la calidad de vida de los enfermos de cáncer y a promover los hábitos de vida saludable. El próximo 28 de octubre participará en el III Simposio de Ejercicio y Cáncer que impulsa Educa-Med, donde moderará un bloque dedicado a las experiencias institucionales en el día a día del entrenamiento de los pacientes.

Llamada IIISEC

PREGUNTA.— ¿Cómo nace el Grupo de Investigación En Actividad Física y Salud, la fundación de la que usted es responsable?

Llamada IIISEC

RESPUESTA.— Su origen está en una tesis doctoral sobre los beneficios de la actividad física en supervivientes de cáncer de mama, en la que vemos que los resultados son magníficos. Por ello nos resistimos a que se quede sólo en eso y buscamos la forma de que se implemente en la sociedad. Acudimos a las instituciones públicas, también a alguna privada, y nadie nos hace caso. Así que para no depender de nadie nos lanzamos a la aventura de crear la asociación, lo que hicimos en 2005. Nos decantamos por la actividad física, pero comprendimos que eso era sólo una pata, y debíamos complementarlo con el consejo nutricional y el cuidado psicológico. Al carecer de recursos no contábamos con una sede y debimos recurrir a gimnasios privados con personal no formado específicamente en el ámbito oncológico. Había poca colaboración también con las instituciones sanitarias en el desvío de enfermos para su rehabilitación. Llegó entonces el momento en que comenzamos a recaudar dinero para crear un centro deportivo de rehabilitación oncológica que fuera nuestro, con profesionales formados específicamente en el ámbito oncológico. Tras 15 años ahorrando dinero, el Ayuntamiento nos cede un local de más de 700 metros cuadrados que tenemos que acondicionar y equipar. Nos gastamos medio millón de euros y en 2019 lo inauguramos ese ya nuestro centro, donde ya damos una atención integral, donde ya el reconocimiento de la sociedad es pleno. Ahora tenemos a más de 150 personas y yo, que soy el médico deportivo, les prescribo el ejercicio con todos los datos que deben tener en cuenta los técnicos, que son graduados en ciencias del deporte. En el ámbito oncológico tenemos además una nutricionista y una psicooncóloga, además de un gran número de profesionales que trabajan de forma puntual, pero que aportan también al equipo de rehabilitación oncológico.

P.— ¿Y cómo ha cambiado la percepción del ejercicio para los enfermos de cáncer en estos veinte años desde que comenzó el proyecto?

R.— De la nada al todo. Cuando empezamos había oncólogos que prohibían a nuestras enfermas hacer lo que estaban haciendo. Y ahora hemos pasado a que dentro de la oncología esté el tema del ejercicio en primera línea, como puede verse al abrir cualquier página relacionada en Internet. Eso supone un grandísimo logro que era impensable. Han transcurrido 20 años, que en realidad es muy poco, pero se ha pasado de la nada al todo.

P.— ¿De qué manera puede beneficiar la práctica del ejercicio a los pacientes de cáncer?

R.— Creo que el mayor éxito que estamos teniendo es saber reconocer que el ejercicio es una parte muy importante de la rehabilitación oncológica, pero sólo una parte, y que tenemos que integrar esos otros dos factores que mencionaba, la nutrición y el cuidado psicológico. El problema ha sido que nosotros somos una fundación en la que todos, hasta que hemos tenido el centro deportivo, hemos trabajado como voluntarios, sin cobrar nada. Sólo hemos tenido personas asalariadas ahora, cuando hemos creado el Centro Deportivo de Rehabilitación Oncológica. Una de las cosas en las que voy a insistir durante el III Simposio de Ejercicio y Cáncer, cuando hablemos de las distintas formas de trabajar con estos enfermos, es que no se debe buscar cuál es la mejor sino qué es lo mejor para ellos y hacia dónde tenemos que dirigirnos. Y en este caso, lo mejor es que exista la máxima integración posible en la atención, aunque no sea a través de un centro único. Necesitan un trabajo interdisciplinar muy bueno entre esas tres facetas principales, la psicología, la nutrición y el ejercicio físico.

P.— ¿Le parece que una jornada como el Simposio de Ejercicio y Cáncer que impulsa Educa-Med puede contribuir a concienciar a la clase médica?

R.— Por supuesto, con que consigamos que un solo paciente oncológico se levante de la silla al día siguiente del simposio y se acerque a algún centro de los que se haya hablado para hacer ejercicio, ya habremos ganado y podremos tener la satisfacción de que la jornada ha servido para algo.

P.— Usted va a moderar una mesa sobre la experiencia institucional en el entrenamiento del paciente. ¿Qué enfoque cree que debería seguir, en líneas generales, ese debate?

R.— Pues le estoy dando aún muchas vueltas, pero creo que me gustaría que quedase el mensaje de que cuanto antes empiece a rehabilitarse el enfermo oncológico, mejor. Y no sólo hay que centrarse en el ejercicio. Nosotros podemos prescribir actividad física, pero además trabajar en coordinación con un estudio de psicología o una consulta de nutrición. Debemos funcionar en equipo sin olvidar esos ámbitos y actuar de la manera más coordinada posible. Cuando empezamos a trabajar con enfermos, nos decían que preferían esperar a que terminara el tratamiento. Ahora hemos conseguido que inicien la rehabilitación durante el tratamiento, e incluso que empiecen a prehabilitarse. Así, desde el momento del diagnóstico hasta que arranque su tratamiento, ese enfermo se va a preparar para lo que venga con nutrición, con una fortaleza psicológica y una actividad física que le haga disminuir lo mínimo posible su calidad de vida. Es esencial que las personas tengan conciencia que su tratamiento no es sólo la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía.

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